Abstract

Mucho se ha escrito sobre el poder del paisaje y de la muerte en La lluvia amarilla (1988) de Julio Llamazares. En este artículo, propongo unir dos temas—el paisaje y la muerte—para estudiar el papel del determinismo en la novela. Al final de la novela, el protagonista se ve como el perro fiel de su pueblo abandonado, un perro que no ha podido, o sabido, portarse de otra manera. Esta autocaracterización animalesca revela una conciencia encima del determinismo plasmado por el narrador-protagonista, y así pone de relieve la relación entre el medio ambiente del pueblo, su carácter supuestamente determinista y la lucha por el libre albedrío del personaje (principal y único). Basándome en las teorías de geopolítica del filósofo decimonónico Friedrich Ratzel, analizaré el papel del medio ambiente en la conciencia y las acciones del protagonista solitario de la novela para así destacar el juego entre el determinismo (o el fatalismo) del personaje y el funcionamiento de su libre albedrío.

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