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Reviewed by:
  • Cartas (1604–1633) by Lope de Vega
  • Rafael Ramos
Lope de Vega. Cartas (1604–1633). Edición de Antonio Carreño. cátedra, 2018. 688 pp.

pocos textos muestran tan detalladamente la vida intima de un escritor como las cartas de Lope de Vega. En ellas no solo quedan patentes sus rencillas literarias más o menos sangrientas (contra Cervantes, contra Góngora, contra Vélez de Guevara), el proceso de gestación de muchos de sus poemas y comedias ( El mejor mozo de España, La burgalesa de Lerma, El bastardo Mudarra, Los ramilletes de Madrid, El mayor imposible), su relación con actores y autores (Juan de Morales Medrano, Juan Cuadrado, Hernán Sánchez de Vargas, Alonso de Riquelme, Roque de Figueroa), sino también sus temores por la salud de sus hijos, sus achaques, sus problemas de visión—por los que se vio obligado a escribir y leer con gafas desde 1612—, su gusto por la pintura, su pasión crepuscular por Marta de Nevares y los problemas con el marido de esta, Roque Hernández. La mayor parte de las cartas conservadas están dirigidas al duque de Sessa, al que Lope sirvió de secretario desde 1606, por lo que están repletas de muestras de adulación a su mecenas, de continuas peticiones de dinero, de regalos, de recomendaciones y favores de todo tipo, pero también de las confidencias amorosas de ambos corresponsales, a veces muy procaces y subidas de tono. Otras pocas, en cambio, están dirigidas al conde de Lemos, al conde de Saldaña o al principe don Felipe (el futuro Felipe IV), sin olvidar las que remitió a diferentes escritores coetáneos como Bartolomé Jiménez Patón, Antonio Hurtado de Mendoza o Manuel de Faria e Sousa. Por sus páginas, en fin, desfila vivamente todo el primer tercio del siglo XVII en Madrid: el calor y sus enfermedades, las ambiciones nobiliarias, las reyertas callejeras, las fiestas populares, las modas, los coches, los rumores de la corte.

Aunque Lope de Vega llegó a publicar algunas de estas cartas en sus obras (como las dirigidas a Francisco López de Aguilar y a fray Leonardo del Carpio en La Circe) y en las obras de sus amigos (a Juan Pérez de Montalbán en El Orfeo en lengua castellana;a Jacinto Cordeiro en su Elogio de poetas lusitanos…), la mayoria permanecieron en poder del duque de Sessa y sus descendientes hasta que se descubrieron a mediados del siglo XIX en la biblioteca del conde de Altamira, poco antes de que esta se malvendiera y dispersara. De los al [End Page 341]menos cinco tomos entonces mencionados hoy solo se tiene noticia de cuatro (tres cuando se hizo esta edición), de manera que en muchos casos se debia partir de las copias que realizaron los eruditos decimonónicos. Posteriormente, los investigadores han ido descubriendo otras cartas. Hoy se conocen más de quinientas, además de unas doscientas minutas.

Todo ese panorama, desde luego, pone de manifiesto no solo la importancia que tienen estas cartas para acometer cualquier estudio sobre Lope de Vega, sino también las enormes dificultades que entraña ofrecer una edición realmente fiable de las mismas. Como queda dicho, muchas de ellas presentan importantes problemas textuales, pues no se conservan los originales, sino las copias manuscritas del siglo XIX que, a pesar de todo el cuidado con que se hicieron, transmiten algunos errores. Pero incluso los propios originales, de escritura bastante descuidada, resultan a veces de lectura dificil. Otro problema importante es que solo unas pocas están fechadas, de manera que en la mayoria de las ocasiones los editores han de aventurar una datación basándose en su contenido, y esto, además, afecta a la distribución cronológica de todo el conjunto, pues en los originales—y consecuentemente, en sus copias—las cartas se recogieron sin ningún orden. Por todo ello, la valentia del profesor Antonio Carreño a la hora de acometer una edición antológica y bien anotada de las cartas de Lope de Vega, con el enorme esfuerzo que ello implica...

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