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  • Masculinidades precarias de la policía en Juan Justino Judicial (1996): Pactar con el narco o morir
  • Andrew R. Holzman

La crítica se ha aproximado a la condición de la policía mexicana en la literatura del narco de una forma oblicua, catalogándola como una institución altamente perforada por la corrupción. En su artículo “The Politics of Drug Trafficking in Mexican and Mexico-Related Narconovelas”, Diana Palaversich puntualiza que los policías de rango menor son “peones sacrificados por los narcos grandes, quienes en realidad colaboran mientras dejan la impresión de que son enemigos” (95).1 Un estudio sobre Juan Justino Judicial (1996) realizado por Alberto Fonseca elucida la “doble subordinación” del policía protagonista debido a su masculinidad endeble y su trabajo como policía (222). Esta obra se sitúa dentro de una constelación de “narradores del norte”2 junto con Daniel Sada, Jesús Gardea y Ricardo Elizondo que sondean las vicisitudes de la vida en el norte de México. El presente estudio, sin pretensiones de ensalzar la corrupción ni defender a la policía, busca trascender este impasse crítico, iluminando así la verdadera precariedad vital y laboral de los policías mexicanos y su constante condición de perseguidos como zona vertebral de la literatura del narco. Esto se gesta en Juan Justino Judicial, donde se plantea la erosión del Estado y el surgimiento del para-estado narco que nos insta a dilucidar: la obligación de pactar con el narco para subsistir y sobrevivir. Por ejemplo, detectamos que el protagonista se ve impotente a la hora de acceder al mercado de bienes primero como hombre y luego como policía. A primera instancia, Juan Justino se ve expulsado del horizonte cultural del patriarcado por nacer con un solo testículo. Posteriormente, el advenimiento del narco-estado lo excluye del botín del crimen organizado, la única forma de prosperar tras la caída de rentabilidad de la agricultura. Estas exclusiones implican una constante redistribución o una reconfiguración de la sensibilidad masculina que propugna Jacques Rancière en su teoría sobre “policía” y “política”. Según mi lectura de Rancière, “policía” es un régimen específico gobernado por la masculinidad manifestado en la novela como el Estado, la policía o el narco. Dicho régimen instituye una sensibilidad social que excluye a ciertos sujetos para que impere su visión del orden. Esto se posibilita a través de un proceso llamado la “distribución de lo sensible” (le partage du sensible) en el que hombres más poderosos ratifican quiénes pueden participar y quiénes son desterrados [End Page 63] de un régimen o institución, basándose en ciertas formas de ser o condiciones como las antes enumeradas de Juan Justino. La “política”, en cambio, irrumpe cuando Juan Justino, quien antes no contaba ni figuraba en el horizonte de significado de la “policía”, se hace visible dentro de este régimen al unirse a la policía y posteriormente con el narco. En otras palabras, la novela constata que el componente de división en la “distribución de lo sensible” no desaparece por completo, pues Juan Justino redibuja su masculinidad según las exigencias del poder. Es digno de destacar que Rancière no aborda el tema de género frontalmente, ya que solamente admite a un hombre policía (policeman) en su orden de “policía”. Asimismo, deja fuera la participación femenina en este proceso (Disagreement 28–9). Con el Estado ya no asegurando el bienestar económico por vías legales, Juan Justino se transmuta en “El teniente Castro” para insertarse en el sistema capitalista y blindar su propia existencia. Más aún, el protagonista ejemplifica “el sujeto endriago” teorizado por Sayak Valencia porque subvierte su castración real y simbólica y exclusión del “necro-mercado” al usar la hipermasculinización y extrema violencia para participar en el hiperconsumismo (84–91). El concepto del “sujeto endriago” proviene de Amadís de Gaula y denota a un sujeto monstruoso identificado por su...

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