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  • Un fantasma en la multitud: caminata nocturna e identidad en Lord de João Gilberto Noll
  • María Paz Oliver

Según recuerda Matthew Beaumont en una iluminadora cita de Rupert Brooke a propósito de la caminata nocturna, las ciudades son como los gatos: se revelan en la noche.1 Y una novela como Lord (2004),2 del brasileño João Gilberto Noll, explora ese lado oculto de la ciudad a través de un personaje que deambula por las calles nocturnas de Londres. Sin un motivo claro, el anónimo personaje viaja desde Porto Alegre invitado por una universidad inglesa para realizar una misteriosa estancia cuyo centro de operaciones será Hackney, el multicultural barrio al nordeste de la capital. Pero apenas aterriza en Heathrow el viaje toma una dimensión absurda y pesadillesca: la supuesta misión de representar a Brasil en la universidad—como él mismo constantemente se autojustifica (12, 13, 15, 17)—de inmediato pasa a ser una obligación llena de tramas oscuras, conspiraciones y delirios obsesivos que lo arrastran a un vagabundeo sin rumbo por el centro de la ciudad. El Londres de Noll es un espacio que dialoga con la extensa tradición de dandis y flâneurs de la obra de William Blake, Thomas de Quincey, Robert Louis Stevenson y Dickens, entre otros, y cuya vida nocturna se convierte en un zona extraña e incomprensible que se hace eco de las sucesivas transformaciones del personaje.

Caminar por Londres supone para este extranjero traspasar un umbral hacia lo desconocido y descubrir un espacio urbano que erráticamente se va descifrando a lo largo de los paseos. De algún modo, Noll juega con la idea de estar descolocado o fuera de lugar, y yuxtapone la visión cartográfica, tan propia de las guías turísticas, con el despiste y la sorpresa de quien observa por primera vez una ciudad. Así, se presenta una ficción donde el espacio real, o más bien aquel Londres histórico determinado por la necesidad de las visitas turísticas (un mapa que en Lord lo componen el British Museum, Trafalgar Square, London Bridge, Soho y Covent Garden), es alterado por la imagen de una ciudad imaginaria creada por un personaje desorientado que cristaliza irónicamente todas las manías y obsesiones del turismo contemporáneo. Entre el cosmopolitismo del escritor globetrotter, tan típico del ámbito de las residencias literarias y las estancias académicas, y la neurosis del turista ansioso por conocer las atracciones, Noll construye un personaje cuya identidad se diluye en la medida en que recorre un territorio desconocido, un Londres nocturno que cuestiona y replantea los ritmos cotidianos de la ciudad. En la oscuridad, el personaje se confunde entre la multitud y se transforma en otro, en una especie de [End Page 14] fantasma o sombra de sí mismo irreconocible, tal como sostiene Graciela Speranza: “Es el final fantasmagórico de un periplo vago por Londres […] El abandono último en el cuerpo de otro corona un lento proceso de amnesia, disolución y extravío, que acompaña la deriva ciega por la ciudad y se traduce en el avance errático de la escritura” (73).

De hecho, es precisamente la noche la encargada de borrar y redefinir la identidad del personaje. Al igual que en el cuento de Edgar Allan Poe, “The Man of the Crowd” (1840), este escritor brasileño—en una versión autoficcional del propio Noll3—camina por Londres no tanto para descubrir la ciudad sino más bien para perderse en ella. Como también sucede en “Street Haunting: A London Adventure” (1930), de Virginia Woolf, el anochecer de Londres invita a la aventura y a la anulación de la identidad. La multitud es una extensión del yo y se abre como un mundo de posibilidades, donde el trayecto azaroso de la caminata permite extraviarse entre esa masa urbana de hombres sin rostro. No hay una búsqueda, sino una huida sin fin—del país de origen, de la profesión, de la identidad latinoamericana en general—para simplemente refugiarse en el ritmo urbano. A diferencia del flâneur...

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