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  • La construcción de la identidad en El Paseo Ahumada de Enrique Lihn:Una disputa de hegemonías a los pies del pingüino
  • Roberto Angel G.

En el siguiente trabajo intento demostrar como el hablante, en los poemas “Su Limosna es mi Sueldo Dios se lo Pague”, “Más = Menos” y “Tocan el Tambor a Cuatro Manos” del libro El Paseo Ahumada de Enrique Lihn, sufre un doble proceso antagónico de dependencia y rechazo hacia una identidad enmarcada en el personaje del Pingüino, que menos representaría a los excluidos que a cada uno de los habitantes del gran Santiago inmersos y alienados en la sociedad capitalista y militarizada de los años 80`.

Mi análisis comienza con el poema “Su Limosna es mi Sueldo”, el cual abre el poemario de Lihn. Siguiendo a Riffaterre (1984), en una primera lectura es posible ver al Pingüino y a otros mendigos ganarse la vida en medio de la calles del centro de Santiago. Pero, mirando más a fondo, se puede advertir que el Pingüino no representa tanto a los mendicantes del Paseo Ahumada, sino que se comporta como una metonimia de todos los habitantes (específicamente de la población económicamente activa de Santiago de los años 80`), cuyo principal representante, ícono del poder opresivo y del capitalismo, es Augusto Pinochet.

En el verso 3 el hablante señala: “Un millón de subempleados mendigos suscribirían el lema / si los dejaran chillar como a éste y a otros tantos pocos en el Paseo Ahumada…” (15). En la década de los años 80’, la fuerza de trabajo activa en Santiago era aproximadamente de 1.500.000 de personas,1 por lo que directamente podría inferirse que el hablante estaría igualando al personaje del Pingüino con todos los demás trabajadores de la capital. Pero esta fuerza de trabajo no poseería una característica que la iba a distinguir del Pingüino y de los demás vagabundos del paseo: habrían perdido su autonomía.

En relación con lo último, los versos 10 y 11 dicen: “Privilegiados son él y otros mendigos a quienes les está permitido ir derecho al /grano de limosna…” (15). Es decir, el Pingüino no tendría inconvenientes para reconocer su carácter de pordiosero y hacer pública su situación en pleno centro de la ciudad, mientras que a estos otros “subempleados” no les estaría “permitido ir derecho /al grano de limosna…” (ibíd.), puesto que, como es costumbre en nuestra sociedad actual, es preciso e imperante llevar a cabo todo tipo de [End Page 47] estrategias para obtener lo deseado, tales como el rebajamiento ante los superiores, “hacer lobby” o disfrazar el comportamiento tras un beneficio posterior.

Esta línea concuerda con lo propuesto por Cohen (1970), quien señala que las agramaticalidades de un poema (como por ejemplo silencios métricos en donde el sentido no los acepta o la inclusión de silencios en versos del poema) tendrían un objetivo claro y específico, para recalcar su significancia. Bajo este prisma, el corte métrico y el silencio que se instala entre los versos anteriormente citados toma sentido: coincide con aquella dilación que se produce antes de conseguir el objeto deseado (aquella limosna), debido a la imposición de ciertas conductas afectadas por parte de los “subempleados”. Por lo demás, también este silencio permite al lector imaginar las distintas formas que tiene estos “subempleados” de conquistar aquello que anhelan.

Todo esto es dicho entre una repetición constante de la letra “s” en las palabras que conforman el poema, formulando con ello un sonido de “sssss”, que alude al cuidado que hay que tener cuando se desean revelar ciertas cosas en una época marcada por la dictadura.

Con lo expuesto, se podría decir que los habitantes de Santiago son sometidos (o se someten) a ser mendigos del sistema, del cual sólo reciben aquello que ellos ven como un justo premio, cuando en verdad es sólo una limosna. Tomando en cuenta lo anterior, es pertinente introducir el concepto de...

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