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  • Contra el peligro:José Martí, la crítica modernista y la justificación de las políticas liberales en el siglo XIX
  • Jorge Camacho

A pesar de que en Hispanoamérica la indagación racial comenzó con la Conquista, en el siglo XIX el análisis tomó un giro significativo con la llegada del liberalismo y la teoría de la evolución de Darwin. A partir de entonces, los científicos historiaron las ruinas, el lenguaje, y los diferentes grupos humanos. En este contexto, los gobiernos de América que adoptaron como guía esta doctrina, tuvieron que encontrar un "remedio" para la situación de haber heredado de la colonia una población heterogénea desde el punto de vista racial y cultural. Entre otras cosas, los liberales propusieron el cultivo intensivo de las tierras, el blanqueamiento de la población a través de la mezcla racial con los europeos, la unificación lingüística del país, y la educación laica. En lo que sigue me interesa explorar el discurso racial de los liberales latinoamericanos de fines del siglo XIX, y en especial de Martí, a partir de las políticas biológicas y económicas que estos gobiernos pusieron en marcha. El marco de interpretación al que hago referencia es el que definió Michel Foucault con el nombre de "biopolítica."1 [End Page 424]

¿Qué significó ser indígena a finales del siglo XIX en Hispanoamérica y estar en contra de las políticas de gobernabilidad que impusieron estos estados? y ¿desde qué punto de vista José Martí enfoca su visión de lo que debían hacer los indígenas para que se conformaran a las leyes de los nuevos gobiernos? En sus crónicas mexicanas, en su folleto Guatemala y en los artículos que escribe desde los Estados Unidos,—especialmente aquellos que van hasta mediados de la década de 1880—Martí se identificó con esta ideología, criticó el "ocio" que impedía el desarrollo del país, y justificó la expropiación de las tierras de los indígenas que no estaban dedicadas a la labranza. En Guatemala Martí apoyó por estos motivos la revolución liberal de Barrios, que provocó el mayor auge económico de ese país durante el siglo XIX. Su llegada concuerda también con la época, como dice Martínez Peláez, de la "brusca reactivación del trabajo forzado colonial" de los indígenas, ya que el gobierno, al amparo del nacionalismo y las leyes contra la vagancia, los obligó a trabajar en contra de su voluntad en las tierras de los colonos, extranjeros y nacionales, dedicadas al cultivo del café (La patria 579–580).2

En México, el primer país adonde llega Martí a su regreso a Hispanoamérica, después que fue deportado a España, el cubano encontró un grupo de intelectuales que abogaban por medidas económicas similares, entre los que estaban Francisco Pimentel y García Cubas. También conoce allí a Rafael Serra, quien introdujo las teorías de Darwin en el sistema educacional de México. En lo referente a las ideas económicas, Martí parece coincidir con los dos primeros por su insistencia en hacer productiva la tierra inactiva y exigirles a los indígenas que la trabajaran. En una de sus crónicas, Martí fustiga a estos por su falta de aspiración en la vida, por su indolencia en el trabajo y por su poco interés en el dinero (OC VI: 283). Por esto, Martí los llama: "la raza imbécil: he aquí a nuestro juicio la explicación de la raza miserable" (OC VI: 283). El interés de estos intelectuales era que los indígenas abandonaran el modo de vida que tenían y se adaptaran a las formas capitalistas y occidentales de producción y desarrollo. El problema era, como afirmaba el propio Martí, que esa homogenización era imposible mientras gran parte de la población de México, [End Page 425] entonces indígena, no creyera ni en el ahorro ni en el progreso. Tales preocupaciones, por consiguiente, se originaban desde...

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