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  • Poesía en crisis en el panorama español:Despojamiento y lucha en la trayectoria última de Jorge Riechmann
  • Margarita García Candeira

La situación de crisis global que vive actualmente la sociedad occidental invita a reflexionar sobre la respuesta que los diversos discursos culturales ensayan ante lo que se percibe como un derrumbe sin precedentes de las estructuras que venían soportando, si bien con disfunciones y en absoluto de modo armónico, la convivencia colectiva. La crucial conexión entre cultura y crisis puede ser pensada de múltiples modos: sin duda la cultura es víctima de la crisis y antídoto contra ella, pero quizás la dialéctica entre ambas tal como se verifica en nuestros días obligue a la puesta en crisis de la propia noción de cultura y, al tiempo, de poesía. En un artículo reciente publicado en El País, Rafael Sánchez Ferlosio partía de la defensa, tan manida, del toreo como patrimonio cultural y artístico para interrogar la mistificación de la cultura como un hecho intrínsecamente positivo y merecedor de ensalzamiento. Esta cuestión, por supuesto, cuenta con una larga tradición: ya Freud, en su Malestar en la civilización, y los miembros de la escuela de Frankfurt han meditado sobre cómo la fundamental intuición de Walter Benjamin, según la cual todo documento de civilización escondía un elemento de barbarie (81), se cumplía de manera especialmente llamativa en Occidente. Más recientemente, pensadores como Paul Virilio, en Velocidad y política, o Zygmunt Bauman, en Modernidad y Holocausto, mostraban la complicidad de la cultura de la modernidad con las catástrofes acontecidas en el último siglo y medio. La implantación de la tecnología y la estricta división del trabajo en las que el progreso se [End Page 129] basaba generaban una disolución de la responsabilidad moral que posibilitaba la producción en cadena no solo de bienes, sino también del exterminio (Bauman, Modernidad 51).

En esta línea de pensamiento crítico es donde se inscribe indudablemente la mirada poética de Jorge Riechmann, un autor que compagina su labor creativa con su trabajo como sociólogo y profesor de filosofía moral. Su implicación activa en el ecologismo se complementa en los últimos tiempos con su participación en una serie de movimientos sociales que, haciéndose eco de otros similares surgidos en el Medio Oriente, han reivindicado la ocupación o reapropiación del espacio público en los dos últimos años. Así, Riechmann ha adquirido cierta presencia o notoriedad como animador del 15M y del 15S, y de la lucha que busca proteger a la universidad pública de las maniobras de desactivación social, económica y política promovidas por el poder neoliberal.1 A pesar de los abundantes ensayos en los que Riechmann formaliza su proyecto intelectual y estético, en este artículo partiré sobre todo de su corpus poético más reciente para analizar sus versos a la luz de las filosofías del don elaboradas por Mauss, Bataille y Derrida, que son empleadas como estrategias de resistencia a los efectos simbólicos del capital, y para reflexionar asimismo sobre las consecuencias pragmáticas de unos discursos que asumen la heteroglosia y la necesidad de interpelación como elementos constitutivos. Así, me centraré en sus dos últimos poemarios, El común de los mortales y Poemas lisiados, publicados en 2011 e 2012 respectivamente. La respuesta que Jorge Riechmann da a la crisis se perfila a través de una serie de factores – despojamiento, expresión dañada, formas orientales, presencia del discurso callejero – que lo hacen representativo de ciertas tendencias en absoluto codificables mediante etiquetas como las del compromiso o realismo. La poesía de Riechmann ofrece una constelación de rasgos en la que encuentran reflejo parcial otros autores tan dispares como Antonio Gamoneda, Olvido García Valdés o el poeta urbano neorrabios@ que, en los últimos años, vienen ofreciendo sus propias reacciones poéticas al desmoronamiento global. Este artículo tratará de perfilar algunas...

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