Urban Space as Heritage in Late Colonial Cuba: Classicism and Dissonance on the Plaza de Armas of Havana 1754-1828 by Paul B. Niell (review)

El libro del profesor Paul Niell, Urban Space as Heritage in Late Colonial Cuba (2015), expone una sofisticada, profunda y amplia disección historiográfica de un lugar dentro de la Plaza de Armas de la Habana que el autor denomina la "narrativa fundacional" (1) de la ciudad. El historiador oficial habanero, Eusebio Leal-Spengler, afirma que no existe evidencia empírica sobre el hecho de la fundación de la ciudad el 16 de noviembre de 1519, ni del acto fundacional en sí, que incluyó la celebración de una misa y un cabildo bajo la sombra de una ceiba localizada en lo que hoy es la Plaza de Armas. Este sitio, además de una realidad material es, en palabras de Niell, un "discurso de pertenencia"(6). Por un plano de la ciudad dibujado en 1691, se comprueba la existencia de un árbol que el autor identifica como la ceiba del mito fundacional.

En 1753, el gobernador de Cuba, Francisco Cajigal de la Vega ordenó la remoción de la ceiba porque sus raíces amenazaban la estabilidad del cercano Castillo de la Fuerza. Para preservar la memoria colectiva del acto fundacional, en 1754 Cajigal erigió un monumento de piedra. Entre 1827 y 1828, bajo el patrocinio del gobernador Francisco D. Vives y del obispo de La Habana, Juan J. Díaz de Espada, se reformó el sitio fundacional mediante la construcción de un edificio conmemorativo —conocido como El Templete—y de un atrio vallado alrededor del monumento de 1754. El edificio, en cuyo interior se colocaron tres pinturas, se inauguró el 19 de marzo de 1828. Siendo una narrativa construida y una realidad física insoslayable, desde el momento mismo de su construcción El Templete ha generado interpretaciones de sus posibles significados. La lectura más conocida del sitio, de acuerdo al autor, surgió en 1943 a raíz de la visita del primer lendakari del gobierno autonómico vasco José Antonio Aguirre. El sitio fundacional de La Habana, para Aguirre, fue una "jugarreta" del obispo Espada —quien era vasco—al gobernador Vives, puesto que El Templete era una reproducción aproximada del árbol de Gernika y del edificio aledaño de la Tribuna Juradera, construida en forma de templo greco-romano. Tanto el árbol como la tribuna simbolizan las libertades del pueblo vasco. Los historiadores, apunta Niell, han repetido la interpretación de Aguirre y describen El Templete como resultado del conflicto ideológico entre el reformismo ilustrado y constitucionalista del obispo, frente al autoritarismo opresivo del gobernador. El autor minusvalora lo anterior porque en su apreciación son explicaciones binarias que ocultan la complejidad intrínseca y las contradicciones de la sociedad colonial cubana. Su hipótesis explicativa es que El Templete de la Plaza de Armas de la Habana es

…un ejemplo de un gesto cívico institucionalizado: un monumento mediatizado por el estado, dirigido a la educación pública, y apoyado por donaciones de la élite cívica […] Miembros de la iglesia, del estado y de la élite utilizaron la herencia en este sitio, reutilizando el pasado para sustentar sus identidades en el presente y como instrumento de negociación dentro de la situación compleja y contradictoria de 1828.

(101; traducido por el autor)

Uno de los mayores logros del autor es su énfasis por destacar la compleja naturaleza de las sociedades coloniales, las cuales se caracterizan por la negociación y el compromiso entre los diferentes grupos dentro del denominador común del mutuo beneficio. Niell señala, con poético lirismo, que las élites coloniales están insertadas y se miran a sí mismas detrás del "velo imperial" (101) y que son, al igual que los administradores coloniales, parte de la fábrica del Imperio...