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  • Sol sostenido
  • María Neder5

“Su risa era un sol. Aún suena.”

—María Neder (2016)

“Con los colores de un hueco de lluvia dejo huellas en la arena y juego a la promesa de volver a buscarme, otro día. No seré yo quien borre mis pasos, la noche y el viento y el mar lo harán.”

—Hilda Rais (Belvedere,1990)

Entonces cultivar la renuencia, esa línea desde el cuerpo hacia el ser-palabra. Desde el cuerpo temblor, desde el cuerpo risa, desde el cuerpo presente, sexo expandido en los poros, cuerpo hablante y amante. Desde la mano escribiente, transmutación en canto, resonancia de mujeres disfónicas o enmudecidas. Mujeres construidas de cuerpo y silencio, mujeres de nombre conocido, más mujeres anteriores, nutrientes -que nos abrieron puertas-, más mujeres por nacer.

… / cultivar la renuencia / … Con la necesidad embanderada, edificada igual que el goce. Con el miedo, y siempre la risa. Provocar la eternidad y disfrazarse de creencia / … Digna. El aire incertidumbre y certeza de mujer siendo, nombrándose en la mirada de sí, a solas, casi intemperie, tan abrazo abierto con sus pares, para poemar a la otra -fragmentada, buceadora- que no concluye su decir, no se concluye totalmente a sí misma. Lo sabe. Lo confirma en cada sílaba de la derrota luego del renovado intento.

La lucidez de esta hazaña se sostiene en la poesía y en el camino colectivo, solidario, horizontal.

Con los colores de un hueco de lluvia / dejo huellas en la arena y juego a la / promesa de volver a buscarme, otro día -anticipaba-, “su hazaña es, sin conocerse, entretanto, proseguir” (C. Lispector). Desde su libro “Belvedere”, la torre, el viaje, el lugar, un espacio supraterrestre donde suceden el encuentro y su relato, toda la obra literaria de Hilda Rais -incluyo ensayos- contiene esa renuencia, el regreso a la sustancia del deseo, sin profanar el objeto de deseo, tampoco sacralizarlo. Define su obra en la militancia, [End Page 169] en acción sustentada desde los inicios del feminismo en Argentina hasta la participación en colectivos fundacionales de perspectiva con alta vigencia social. Ese verso, cultivar la renuencia, es el llamado, una voz que pronuncia su presencia en este mundo. Nos recuerda y da luz. Define un pensamiento basal, necesario.

Toda lectura de Hilda Rais muestra el camino colectivo, solidario, horizontal -reitero, provocando a su validación. Ese mismo camino se traduce luego hacia el submundo interior de su poesía. Entran en consonancia sus dos lenguajes. Ella -siempre se expresó con transparencia- lo explicó: No escribo sobre nada de lo que pueda hablar. Porque si puedo hablar de algo, no lo escribo… Lo que está escrito en mis libros de poesía, sólo está ahí, expresado de esa manera, con ese tono, con ese ritmo, con ese espacio. Sólo de ese modo. Es como si se tratara de otro lenguaje.

En militancia y poesía ha construido un pensamiento armónico. El sonido de su voz en reuniones y, la palabra de esa voz, en escritura, son el concierto donde cada instrumento narra una melodía de tonos diferentes, para encontrarse en el cuerpo mismo de esa “serenata”, con tanto “ensayo” vivido. La semilla fue la militancia, un reconocimiento en las otras, en acorde. Así, la voz plural, fundacional, es embrión de la voz íntima, poética. La coherencia en el intento por emerger de la orfandad. La coherencia implica el acto de encontrarse en el espejo de la poesía. Por esto mismo, ese traslado y regreso del ser al soy -y viceversa-, es natural, deductivo. Y tan simple su declaración: comprendí en carne propia aquello de que lo personal es político. Político en tanto social. De ahí la unidad sonora en sus libros: la carnadura del no-estar-bien.

Desde “Belvedere” hasta “Ensayo y serenata”, el leguaje poético accede con finísima ironía a lo que llamamos realidad y, al mismo tiempo, es un oleaje intermitente contra las rocas de tanto mar oscuro, contaminado. Tanta mirada de soslayo. Leo en “Belvedere”:

Para hablar de realidad he sacado de mi boca un barrilete...

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