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Geografiando para la resistencia / Mobilizing Geography for Resistance
Contexto de la Geografía en Ecuador, ¿por qué un colectivo de Geografía Crítica?
Siguiendo la tendencia global, en Ecuador la enseñanza escolar de la Geografía está limitada a la descripción, enumeración, listado de accidentes físicos-territoriales o en el mejor de los casos, de procesos y fenómenos socio-territoriales. En general, el contexto de la Geografía en el Ecuador se asemeja a las condiciones descritas por Yves Lacoste en 1976, para una disciplina instrumentalizada por los poderes hegemónicos para su conveniencia, plasmada a través de una “geografía de los profesores” (Lacoste 1990 [1976]). Respecto a la enseñanza de la Geografía a nivel universitario, Hidalgo y Mayorga (2010) hacen una reseña de las carreras de pregrado cuyos programas tienen algún vínculo con la Geografía, concluyendo que:
El 98% de las carreras relacionadas con la Geografía preparan a sus estudiantes para trabajar como profesores de Historia y Geografía, y ejercerán su profesión en la escuela básica y el bachillerato; solo el 2% restante prepara a sus estudiantes para ejercer la profesión de Geógrafos con la titulación de licenciados e ingenieros
(Hidalgo y Mayorga 2010: 74).
El 2% restante referido a universidades que preparan para ejercer la geografía se concentra en dos centros de enseñanza superior. Por un lado, la Escuela Politécnica del Ejército (ESPE), que ofrece Ingeniería Geográfica desde 1964, en plena fase de dictadura militar, desde una visión clásica de lo que Lacoste denominaría la “geografía para la guerra,” en estrecho vínculo con el Instituto Geográfico Militar del Ecuador. Por otro lado, la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), implementó a inicios de la fase neoliberal, en 1989, la escuela de Ciencias Geográficas, con un enfoque centrado en la gestión ambiental y el ordenamiento territorial desde la geografía humana basado en una perspectiva vidaliana de la geografía agraria de la escuela francesa.
La práctica de los profesionales geógrafos durante estas tres últimas décadas está relacionada a la demanda del Estado por técnicos que materialicen los postulados y políticas territoriales de los diferentes grupos económicos y políticos que han asumido el poder en el Ecuador. Si bien el quehacer geográfico ha sido una pieza fundamental en la consolidación del “territorio nacional” prerrogativa natural de los Estados modernos (Porto Gonçalves 2003: 259), en las últimas décadas la densificación de la malla territorial del Estado como actor legítimo de ordenamiento y planificación territorial ha puesto a la geografía de primer plano.
Durante la Revolución Ciudadana, desarrollada a partir de la llegada a la presidencia [End Page 172] de Rafael Correa en 2007, se crea la Secretaría Nacional de Planificación (SENPLADES), que pasa a ser un eje fundamental de la (re)territorialización del capital a través de la definición de una Estrategia Nacional Territorial (ETN) que materializa los de proyectos estratégicos extractivos que en la fase neoliberal habían encontrado una fuerte contestación social (Bonilla et al. 2015). Lo cual ha propiciado un fuerte posicionamiento del papel del Estado como el único responsable del ordenamiento territorial, a través de una visión del espacio homogeneizadora y que niega la multiterritorialidad ejercida por los distintos pueblos del Ecuador. En esta última década, la producción de información cartográfica ha explosionado, y toda la actuación del Estado cuenta con un fuerte aparato de análisis y representación espacial en todas sus ramas.
Fuera de la geografía escolar, militar y planificadora, los aportes actuales a la geografía son reducidos y puntuales, responden a una minoría de profesionales vinculados a movimientos, organizaciones sociales y no gubernamentales, en una práctica de denuncia al atropello que los territorios indígenas y campesinos están sufriendo ante la profundización del modelo económico extractivista en el Ecuador. Los proyectos petroleros, mineros, agroindustriales y de infraestructuras son los ejes vertebrales de la actuación territorial del Estado, implementados a través de una política vertical llena de múltiples violencias, que anula los derechos territoriales reconocidos en la Constitución del Ecuador de 2008 y en las normativas supranacionales (Bonilla et al. 2015).
Ante el vacío de una geografía crítica respecto a estos procesos de acumulación a través del despojo territorial, en septiembre de 2012, una decena de activistas vinculados a la geografía y los estudios territoriales, comenzó a articularse en este Colectivo de Geografía Crítica del Ecuador para generar un actuar conjunto para la defensa de los territorios frente al capital.
La construcción de la geografía crítica en Colectivo
La lectura colectiva de “Geografía, un arma para la guerra” fue el acto fundacional del colectivo, a través de una actualización de sus reflexiones al contexto ecuatoriano actual. La obra de Yves Lacoste no solo permite el análisis de la práctica de la geografía de los grupos de poder, sino una referencia ineludible al trabajo geográfico contrahegemónico. El estrecho vínculo con la escuela brasileña propició la lectura conjunta de “Por una geografía nueva” de Milton Santos, así como un encuentro en Quito con Carlos Walter Porto Gonçalves en el que pudimos conocer la relevancia de la geografía crítica en su relación con el trabajo conjunto con los movimientos y organizaciones sociales, principalmente a partir de la experiencia de dicho geófrafo con las luchas de re-existencia de los seringueiros, encabezada por Chico Mendes (Porto Gonçalves 2003). Tanto en el inicio del Colectivo como en su momento actual, la relación con Carlos Walter ha sido fundamental tanto en la trasmisión del papel de la geografía en los procesos de lucha contra el despojo territorial como en la búsqueda de un pensamiento descolonizado y desde América Latina.
Asimismo, las lecturas de Marx así como los encuentros con David Harvey en sus recurrentes visitas a Ecuador han apuntalado un análisis de los procesos de acumulación de capital y su expresión territorial. El interés por las geografías feministas ha llevado a explorar la interseccionalidad de los territorios y las formas en las que se patriarcaliza el territorio. La presencia y flujo de pensadores y pensadoras activistas vinculadas a la teoría [End Page 173] crítica por Ecuador, tales como Silvia Federici, Andrés Barreda, Armando Bartra o Yayo Herrero, han generado un constante enriquecimiento de las preguntas que en colectivo nos hemos formulado.
Sin embargo, donde el Colectivo se ha constituido ha sido en el trabajo realizado en alianza con comunidades, barrios y pueblos en lucha frente a procesos extractivos. Los recorridos de los territorios en disputa con los habitantes que lo constituyen, el aprendizaje sobre sus formas de ejercer la territorialidad, las prácticas por partes del Estado y las trasnacionales para consumar el despojo, así como la plasmación del trabajo geográfico conjunto han llevado a que la Geografía Crítica no sea solamente una inspiración, sino un trabajo concreto que supone una herramienta de resistencia.
La elaboración de cartografía en conjunto con las comunidades ha sido el trabajo mayoritario: comunidades en áreas afectadas por empresas petroleras desde hace décadas que registran los activos contaminantes para poner demandas judiciales de reparación; pueblos amazónicos con amenaza de las nuevas rondas petroleras que realizan propuestas territoriales para mostrar que hay otras formas de vida; comunidades campesinas que se ven atrapadas en nuevas concesiones mineras y que necesitan mostrar a la sociedad la importancia de su territorio y las múltiples violencias a las que son sometidas; comunidades andinas que ven desplazada su gestión del páramo y las fuentes de agua por las agencias de conservación; plantaciones de pino que inundan el páramo arriesgando el caudal de agua necesario para la vida, y así un largo etcétera de experiencias. Este trabajo cartográfico nos ha llevado a replantear en multitud de ocasiones el mapeo comunitario, a realizar una crítica de lo que implica su práctica despolitizada, así como a tratar de identificar los riesgos y potencialidades de las herramientas cartesianas.
Como habitantes de la ciudad, el vínculo de trabajo y análisis territorial también se ha concretado en comunas periurbanas expropiadas por megaproyectos de transporte e inmobiliarios, comerciantes del centro histórico de Quito que son desplazados porque suponen un estorbo para su museificación, barrios en los que hay un acelerado proceso de gentrificación, etc. Un hito en la trasmisión de una visión crítica del territorio a la sociedad ecuatoriana vino con el movimiento Yasunidos que se opone a la explotación petrolera del Parque Nacional Yasuní. Ante las falacias del Estado que aseguraba que solo un 1% del parque sería explotado, la elaboración de cartografía, de un extenso manifiesto y una recogida de firmas por parte del Colectivo fue un aporte para ofrecer una comprensión compleja y no acotada de los procesos territoriales, especialmente la degradación de múltiples ciclos de la vida que se desata con la explotación petrolera.
Se trata de un ciclo de acción-cuestionamiento-reflexión-acción en espiral que ha ido complejizando nuestro marco teórico y nuestra práctica política. La reflexión colectiva ha supuesto que se produjera esta espiral, que cada aprendizaje se multiplicara en las próximas etapas. Dotarnos de herramientas geográficas para esta disputa del espacio ha sido un empeño continuo. Un hito importante en nuestro camino fue plasmar las reflexiones provenientes de la acción, que cristalizó en el artículo “Nudos territoriales críticos en Ecuador: dinámicas, cambios y límites en la reconfiguración territorial del Estado,” que sintetiza cómo entendemos la dialéctica de territorialidades que configura el espacio, a fin de cuestionar la territorialidad del capital así como la forma de planificación y poder territorial del Estado que pone sus esfuerzos en asegurar que los proyectos espaciales del [End Page 174] capital se pongan en marcha. En el centro, la multiterritorialidad y las formas de apropiación del espacio por parte de los actores no hegemónicos.
Análisis territorial para la transformación y como herramienta para la resistencia
Entendemos al territorio como la dinámica expresión espacial de las relaciones de poder y a la territorialidad como la forma en la que cada uno de los actores presentes en el territorio logran (logramos) apropiarnos de ese territorio para transformarlo y controlarlo porque es nuestro espacio de producción y reproducción de la vida. El Sistema Nacional de Planificación Nacional y la Estrategia Nacional Territorial diseñadas por SENPLADES plantean una serie de lineamientos guía para el ordenamiento territorial, que conciben al “territorio” como un espacio neutro, caótico, donde todo está por ordenar, y donde confluyen desde una perspectiva urbana y colonial las necesidades de desarrollar la economía mediante la extracción de recursos naturales, la (agro)producción, la conservación de algunos “recursos clave” como bosques y páramos, todo esto conectado por medio de nodos que garanticen el flujo de recursos, mano de obra, mercancías y servicios (SENPLADES, 2013). Los Pueblos y Nacionalidades en sus territorios ancestrales, las familias campesinas que producen para su subsistencia y para abastecer el mercado interno, la población urbana y periurbana que siente suyo su barrio, queda (quedamos) fuera de este proceso de entender, planificar y gestionar el territorio.
En los últimos dos años del colectivo, hemos iniciado un proceso de generación de herramientas para pensar, construir y fortalecer estrategias de apropiación y reapropiación territorial que hagan frente al cambio de ciclo que enfrenta América Latina. Nos hemos propuesto “conocer más para luchar mejor.” A través de la sistematización de 25 casos de máxima tensión de la dialéctica de territorialidades en los que hemos venido trabajando, se observa una constante anulación de las otras formas de entender el territorio que no sea la del Estado y los megaproyectos del capital, donde prima la planificación nacional y ello significa despojar a poblaciones de sus espacios de vida, enjuiciarlas y denigrarlas en nombre del bien común. Los 25 casos son la síntesis de los territorios en los que el colectivo o las personas del colectivo han trabajado en los últimos años. Este trabajo en 25 casos de tensión territorial nos encamina hacia un Atlas Crítico del Ecuador, del que su primer resultado es “Geografiando para la Resistencia: Cartilla para la Defensa del Territorio” (2017) que agrupo conceptos y una agrupación de 8 de los 25 casos. El proceso nos muestra que la cartografía es una importante herramienta para la organización, el diálogo, pero también para la resistencia, nos permiten aproximarnos a las estrategias de apropiación de los territorios y ver de qué manera la territorialidad del Estado y del capital va concretándose, pero a la vez nos muestra las fisuras por las cuales afloran y se construye lo común, los comunes. Usando las herramientas que el auge de la información espacial pone al servicio del capital para apropiarse de él, proponemos desentrañar sus estrategias, cuestionando el papel de la geografía y la forma de tomar las decisiones en los territorios buscamos ejercer nuestro derecho de construir el territorio que queremos.
Conclusión: la geografía crítica es indispensable desde Ecuador y América Latina
Nacimos desde la intención de llenar vacíos y complementar los esfuerzos de las [End Page 175] comunidades y territorios en resistencia. Lo que en un comienzo fueron actividades puntuales de apoyo a través de técnicas de mapeo comunitario, elaboración de cartografía crítica y reflexiones colectivas más bien esporádicas, poco a poco se fue tornando en un proyecto de militancia en consolidación. Estas experiencias, como los hilos de una madeja, fueron tejiéndose entre sí hasta conformarse actualmente en un grupo de 20 personas con capacidades diversas y unidas en torno a un proyecto común de reflexión y acción. El Atlas, trabajo que a su vez representa la síntesis y lectura de otros muchos trabajos, es así el resultado de un proceso de convergencia no forzado que acumula experiencias y conocimiento colectivo.
Y es que una geografía crítica es más importante que nunca. La crisis económica que atraviesa el país amenaza con recrudecer las condiciones arbitrarias de implantación de los proyectos estratégicos del Estado. Los desalojos y la violencia en comunidades donde se planifican los enclaves mineros y petroleros aumentan en estas circunstancias, mientras que las empresas y autoridades que los llevan a cabo concentran el descontento de una población que ve de forma más clara cómo las promesas del desarrollo fueron efímeras. Los instrumentos de la geografía crítica deben por lo tanto acompañar las resistencias territoriales para dejar evidencia de cómo las contradicciones inherentes al capital se hacen patentes. Estos instrumentos son igualmente fundamentales a la hora de que los actores en los territorios afectados prosigan con sus reivindicaciones por mantener el control sobre sus condiciones de vida.
El contexto post-terremoto también traza un escenario frente al que la geografía crítica debe de permanecer alerta. Una vez pasada la parte más traumática de la catástrofe, las actividades de reconstrucción de los territorios afectados entrañan posibilidades pero también amenazas para las comunidades envueltas. Los encuentros en Quito con George Caffentzis y Larry Lohmann situaron las principales dinámicas del capital ante estos desastres: los capitales turísticos e inmobiliarios - muchas veces bajo el discurso de la responsabilidad y compromiso social - han anclado su mirada en estas áreas esperando que las circunstancias actuales faciliten su entrada, en medio de un proceso de militarización. Las herramientas de la geografía crítica pueden servir para que los actores locales reconstruyan su modelo de territorio y lo defiendan en los espacios institucionales.
Otra geografía es posible. Otra geografía es necesaria. Representar al espacio como expresión de las contradicciones de los modelos de desarrollo hegemónicos es una tarea crucial en la construcción de alternativas. Las disputas de pueblos, comunidades, colectivos, barrios, trabajadoras y ciudadanos por ser partícipes en la producción del espacio en que vivimos pasa por mostrar los conflictos entre quienes lo ven como lugar de explotación-extracción y quienes lo defendemos como lugares de vida plena.