Abstract

Statues, monuments, and memorials are part of the way that we celebrate our country’s history. They are physical embodiments of local and national history cemented into the landscape. It is important to remember, however, that landscapes are not neutral; history inscribed in the landscape most often reflects those with the power to inscribe, and thus they naturalize their experience into that landscape. In the particular case of Hampton Roads, Virginia, a strong gender bias lurks in the monumental landscape. Through an analysis of all statues representing people in the Hampton Roads region, we found that the vast majority of statues celebrate powerful male leaders. Conversely, women are almost entirely absent from public art, and where they are present, they are portrayed as dainty, passive, and secondary. Based on our analysis, we argue that these monuments and statues constitute a gendered and gendering representational practice, which through the landscape, naturalize men into Virginia’s history, and minimize, misrepresent, or even erase the significance of women in the state’s past.

Abstract

Las estatuas, los monumentos y los memoriales forman parte de la forma en que celebramos la historia de nuestro país. Son encarnaciones físicas de la historia local y nacional integradas en el paisaje. Es importante recordar, sin embargo, que los paisajes no son neutrales; la historia inscrita en el paisaje refleja con frecuencia a aquéllos con el poder de inscribir, y así naturalizan su propia experiencia en ese paisaje. En el caso particular de Hampton Roads, Virginia, un fuerte prejuicio de género se esconde en el paisaje monumental. Mediante un análisis de todas las estatuas que representan a personas en la región de Hampton Roads, encontramos que la gran mayoría de las estatuas celebran a poderosos líderes masculinos. Por el contrario, las mujeres están casi enteramente ausentes del arte público, y donde están presentes, se retratan como delicadas, pasivas y secundarias. En base a nuestro análisis, argumentamos que estos monumentos y estatuas constituyen una práctica representacional discriminatoria y sexista que, a través del paisaje, naturaliza a los hombres en la historia de Virginia y minimiza, tergiversa e incluso borra la importancia de las mujeres en el pasado del estado.

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