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  • XXVI Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz 2011: cita anual de la escena latinoamericana y española
  • Miguel Ángel Giella

Un año más (del 18 al 29 de octubre) hemos asistido al encuentro anual con el teatro latinoamericano y español que tiene lugar en Cádiz. En esta vigésimo sexta edición del Festival Iberoamericano de Teatro (FIT), se presentaron treinta y tres espectáculos —diez de teatro de calle, cuatro de danza contemporánea, dos de títeres y el resto de teatro de sala de diversos lenguajes— de once países (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Guatemala, México, Portugal, Uruguay y España) con un especial acercamiento a Chile.

La compañía vasca Deabru Beltzak Teatro de Calle con su espectáculo The Wolves, de Óscar Castaño, y la catalana Comediants fueron las encargadas de abrir esta nueva edición del FIT. Deabru Beltzak partió de la Plaza de San Antonio, con sus grandes y sofisticadas marionetas articuladas y efectos especiales, y llegó hasta la Plaza de Falla, con su peculiar versión de la historia del flautista de Hamelin. Por su parte, Comediants, en el Gran Teatro Falla, presentó Perséfone: variaciones mortales, de Jaume Bertardet, Joan Font y Miguel Ibáñez Monroy, un montaje sobre la muerte y el más allá, inspirado en el mundo de las varietés, con música y canciones en directo, guiñoles y máscaras. Destaca la actriz Ängels Gonyalons, que interpreta a Perséfone —la bella hija de Zeus que fue raptada del Olimpo y convertida en la reina del inframundo— transformada en maestra de ceremonias de esta puesta, en la que la crueldad, la ironía y el sarcasmo están presentes, y en la que se incluyen proyecciones para completar un viaje poético y esperpéntico hacia la muerte.

De Argentina llegaron tres propuestas. Timbre 4 puso en escena El viento en un violín, autor y director Claudio Tolcachir; Flor de un día presentó el unipersonal Nada del amor me produce envidia, de Santiago Loza [End Page 193] con dirección de Diego Lerman y la Fundación Julio Bocca, Compañía de Ballet, fue la encargada de clausurar el festival con La Duarte (Evita), con libro, coreografía y dirección de Silvia Vladimivsky.

En El viento en un violín, tercera obra que Claudio Tolcachir presenta en Cádiz —en 2007, fue su ópera prima, La omisión de la familia Coleman, y en 2009, Tercer cuerpo. La historia de un intento absurdo—, el autor nos muestra, una vez más, el complejo mecanismo de las relaciones humanas llevadas al límite. En palabras de Tolcachir, El viento en un violín trata sobre “mujeres que se aman, buscando desesperadamente un hijo. Madres con hijos, desesperadas por asegurarles la felicidad. Hijos desorientados, desesperados por encontrar su lugar. Historias de seres ricos y pobres buscándose la vida. Y el amor que lo atraviesa todo, que todo lo permite, lo bueno y lo malo. El amor de pensar la vida de otra forma y aceptarla tal vez en nombre del amor”. La puesta se centra en el trabajo del actor y en el humor de las situaciones. Los diálogos son rápidos y agudos. El realismo es aplastante. Buen texto, ejecutado por un espléndido elenco y una acertada dirección.

Nada del amor me produce envidia es un melodrama musical cuya acción tiene lugar en la Argentina de principios de los años cuarenta. La historia refiere a una costurera que admira a la famosa cantante Libertad Lamarque, que ella misma imita cantando tangos mientras realiza sus quehaceres en su pequeño taller en el que su interlocutor es un maniquí. Por una de esas cosas del azar, un día Libertad Lamarque le encarga un vestido. La historia se complica cuando Eva Duarte de Perón, que ha escuchado de su fama, quiere el mismo vestido que la costurera tiene listo para su entrega a Libertad Lamarque (en esos años, era de todos conocido el enfrentamiento entre estas dos mujeres, que terminó con el exilio de Lamarque en...

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