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  • Del humor negro al discurso esperanzador:Entrevista con Alejandro Ricaño
  • Jacqueline Eyring Bixler and Shana Morris

Actor, director y dramaturgo, Alejandro Ricaño nació en Xalapa, Veracruz, en 1983.1 Joven y prolífico, ha escrito y dirigido varias obras que han llenado las salas no sólo en Xalapa sino también en otras partes de la república: La caja musical (2001); La constante sospecha de un hombre (2004); Silencios (2005); Más pequeños que el Guggenheim (2009); Riñón de cerdo para el desconsuelo (2009); Timboctou (2010). En 2010 fue dramaturgo invitado de la Compañía Titular de Teatro de la Universidad Veracruzana, la que montó Idiotas contemplando la nieve bajo la dirección de Alberto Lomnitz.2 En la Ciudad de México otro texto de Ricaño, Riñón de cerdo para el desconsuelo, fue dirigido por Angélica Rogel y seleccionado, junto con Idiotas contemplando la nieve, para la XXXI Muestra Nacional de Teatro, siendo Ricaño el único autor con dos obras en selección. En julio de 2010, Más pequeños que el Guggenheim fue montado en Miami como parte del Festival Internacional de Teatro Hispano. Varios textos suyos se han publicado en Tramoya (La constante sospecha de un hombre; Recuerdo inmaculado de un cine; La bella Ana; Los imperfectos), mientras que otros han aparecido en Autores (La caja musical), PasodeGato (Riñón de cerdo para el desconsuelo), la Universidad Autónoma de Nuevo León (Más pequeños que el Guggenheim), Textos de la Capilla (Riñón de cerdo para el desconsuelo) y las antologías dramáticas de Tierra Adentro (Un torso, mierda y el secreto del carnicero; La constante sospecha de un hombre). Más pequeños que el Guggenheim, obra seleccionada para la XXX Muestra Nacional de Teatro, le ganó al autor el Premio Nacional de Dramaturgia "Emilio Carballido." Ricaño ha sido becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes del Estado de Veracruz, del Programa Jóvenes Creadores del FONCA y de la Fundación Antonio Gala (España). Actualmente realiza una Maestría en [End Page 147] Literatura Mexicana en el Centro de Investigaciones Lingúístico-Literarias de la Universidad Veracruzana.

¿Cómo te interesaste en el teatro? ¿Cuándo empezaste a escribir obras teatrales y cómo te has ido desarrollando como dramaturgo desde entonces? ¿Quiénes han sido tus maestros?

Originalmente quería ser pintor. Después cineasta. Terminé estudiando teatro y publicidad. La publicidad la dejé en seguida. Creo, sobre todo, que lo que me ha interesado siempre es contar historias. Cuando empecé a contar historias, a los 16 años, lo que tenía a la mano era el teatro. Más tarde, cuando quise hacer cine, me di cuenta de que estaba ya demasiado enamorado del teatro. Desde entonces no he parado de escribir. Lo que al principio era una necesidad, hoy es mi trabajo. Mi manera, creo yo, de cambiar un poquito el mundo.

Concibo el teatro en su totalidad, no creo que el teatro sea literatura. Escribir teatro, para mí, es el primer momento de un acontecimiento escénico. De modo que, lo mismo escribo que dirijo o que actúo. Aunque la gente me ubica como dramaturgo, prefiero pensar en mí como un hombre de teatro.

He tenido pocos maestros de dramaturgia. El primero fue Martín Zapata. Después estuvo Emilio Carballido. A los dos les debo mucho. Después, no he asistido sino a pequeños talleres que, por lo regular, no termino.

¿Puedes identificar alguna influencia literaria en tu obra? Por ejemplo, ¿otro escritor cuya obra te haya inspirado o influido?

Pienso mucho en Beckett cuando escribo. En la narrativa de James Joyce. Alfred Jarry y su Ubú rey fueron un aliciente cuando empecé a escribir. August Strindberg me impactaba profundamente a cada texto suyo que leía. Como todo autor dramático, estoy convencido de que Shakespeare es y será inmejorable por mucho tiempo. De los griegos, me quedo con Aristófanes. La lista es inagotable.

Sin embargo, debo admitir que soy un espectador de cine y que mis obras tienen, en gran medida, una influencia cinematogr...

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