Abstract

Huelga decir que Lope de Vega (1562-1635) era muy familiar con la mitología grecolatina, y como literato renacentista no se privó de utilizarla en su obra entera. Si sólo nos fijamos en su teatro profano — aparte del pequeño grupo de las comedias llamadas "mitológicas" — comprobamos una mayor recurrencia y un neto ahondamiento en el trato de los grandes mitos clásicos siguientes: Icaro, Faetón, Pigmaleón, Narciso.

Por supuesto, si Lope de Vega parece dirigirse así preferentemente a su docto público al tanto de las modalidades de tal o cual mito, por medio de la parodia, del lirismo, de la moraleja, y de las ingeniosas variaciones escénicas, también puede interesar, educar y divertir a los mosqueteros.

En todo caso, cada mito es una oportunidad para Lope de interpretación personal, de adaptación a su mentalidad amorosa y al nuevo gusto del público como en el caso del secretario Teodoro, nuevo Icaro "italiano" del amor cuyo sol es la condesa Diana de Belflor — pero un Icaro bienaventurado. Además, si el mito puede integrarse de modo funcional y simbólico en el enredo mismo de una comedia, en otros casos reforzará la evocación lírica, se prestará al lucimiento de una escritura barroca, para llegar a desvirtuarse en mero código, señal metafórica y cultural.

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