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Hispanic American Historical Review 82.4 (2002) 685-718



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El monopolio estatal del mercurio en Nueva España durante el siglo XVIII

Rafael Dobado González

[Figures]
[Tables]
[Appendix]

Siendo la administración, y distribución de reales azogues uno
de los principales polos en que estriba el cuerpo místico de la
real persona.

—Oficiales reales de Pachuca a Julian de Arriaga (1761),
Archivo General de Indias, México

A comienzos del siglo XVIII, Nueva España, sustituyendo definitivamente a Perú, se convertiría en pieza clave de los flujos financieros que sostenían el Imperio Español. 1 Y ello, gracias al ininterrumpido crecimiento de las voluminosas transferencias de excedente fiscal (ingresos menos gastos de la Hacienda Real) desde Nueva España a la metrópoli y otras colonias. 2 Hacia 1800, esas transferencias alcanzaban una magnitud muy importante sea cual sea el indicador elegido. 3 Es probable que ningún otro estado colonial moderno o contemporáneo [End Page 685] haya logrado una extracción de recursos tan intensa y duradera de una de sus posesiones. 4 Ello fue posible gracias al rápido crecimiento de la recaudación fiscal en Nueva España durante el siglo XVIII. 5 Ya desde la década de 1760, el resultado perceptible es la duradera y creciente "sobreimposición" respecto a la metrópoli y una elevada presión fiscal. 6

La historiografía del México borbónico suele presentar un estado colonial autoritario. Ese estado carecería, sin embargo, de fuerza "infraestructural", esto es, de poder para coordinar la sociedad civil. 7 Por tanto, sería, en realidad, un estado "débil" en el sentido de Weiss y Hobson. 8 En el México borbónico, y, particularmente, durante el reformismo, nos encontraríamos con un hecho [End Page 686] un tanto singular, como es la contradicción entre (1) la constatada gran capacidad de un estado colonial y no representativo para extraer recursos hasta finales del siglo XVIII sin enfrentarse a una contestación sistemática, y (2) el supuesto aislamiento del estado respecto de la sociedad y la consiguiente dificultad para lograr la cooperación entre los principales actores políticos y económicos. Esta interpretación habitual no es del todo consistente con (1) el crecimiento económico de la colonia, 9 (2) la colaboración en el proyecto reformista entre el estado y una parte de la sociedad civil, y (3) los cambios perceptibles en el comportamiento del estado.

Parecería como si la historiografía, tras unos elogios excesivos al reformismo, se hubiera deslizado últimamente hacia una cierta demonización del estado no menos necesitada de matizaciones. Menos sesgado resulta un enfoque que acepta (1) alguna interacción—mútuamente beneficiosa y con externalidades positivas—entre el estado y sectores potencialmente influyentes de la sociedad civil y (2) una mínima racionalidad instrumental y cierta eficacia al identificar y perseguir sus objetivos por parte del estado.

El estado del México borbónico suele ser enjuiciado globalmente. La burocracia distaría mucho de ser modélica. Ahora bien, recientemente se ha subrayado el positivo papel desempeñado por la burocracia en la experiencia asiática de desarrollo económico. 10 Dicho papel no requeriría la ejemplaridad en todas y cada una de las instituciones estatales: es compatible con la persistencia de "pockets of conspicuous inefficiency". 11 Bastaría que algunos cambios importantes se concentrasen en un grupo reducido de organismos bien seleccionados. Salvando las necesarias distancias y evitando anacronismos, esta [End Page 687] aproximación podría resultar útil para revisar el papel del estado borbónico en la economía novohispana.

Un campo emergente de la economía contribuye también a mejorar nuestra percepción de los condicionantes de la actuación del estado. Se trata de la geografía económica, entendida como una reivindicación del papel desempeñado actualmente por factores geográficos en el desarrollo económico. 12 Su aplicación al caso del México colonial parece potencialmente fructífera...

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