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  • Pedro de Oña y su Arauco domado (1596) en la obra poética de Lope de Vega:Notas sobre el estilo de Lope entre el "taratántara" y las "barquillas"
  • Antonio Sánchez Jiménez

La mayoría de los lopistas solamente piensa en la epopeya Arauco domado (1596), del licenciado chileno Pedro de Oña, como fuente de la comedia homónima de Lope de Vega, Arauco domado (Menéndez Pelayo 195).1 Fundamentalmente, los estudiosos se han fijado en cómo Oña y Lope representan al indio araucano en sus respectivas obras, y en cómo esta imagen se aparta de la propuesta por Alonso de Ercilla y Zúñiga en La Araucana (Dille; Kirschner; Romanos; Ruiz Ramón, "El héroe" 234; "La voz"), modelo indiscutible de la epopeya de Oña.2 Así, Isabel Castells aclara la deuda de la comedia lopesca para con Ercilla y Oña, al tiempo que enfatiza la innovadora asociación de erotismo y violencia que aparece en la obra del Fénix (94).3 [End Page 319] Por su parte, A. Robert Lauer puntualiza esa conexión centrándose en la escena del baño de Caupolicán, de Arauco domado (100–06).4 Estos críticos confirman que Oña influyó decisivamente en la obra dramática del Fénix, aunque Lope alterara la materia del escritor indiano para adaptarla a sus propósitos literarios.

Sin embargo, el chileno también inspiró una obra poética de Lope. En efecto, Lope cita a Oña con admiración en La Dragontea (1598), el segundo libro que publicó. Además, el Fénix utiliza Arauco domado como fuente principal de los cantos III y IV de La Dragontea, en los que narra la jornada del corsario Richard Hawkins—el Ricardo Áquines de La Dragontea—al Mar del Sur.5 El propósito de nuestro trabajo es precisamente analizar la influencia de Arauco domado sobre La Dragontea, examinando cómo Lope utilizó la disposición y estilo de la epopeya chilena en su obra. Además, estudiaremos la impronta de Oña y su Arauco domado en el estilo poético posterior del Fénix, en obras tan diversas como la Jerusalén conquistada, "La Circe", La Dorotea y las Rimas de Tomé de Burguillos.

Lope entró en contacto con Arauco domado en torno a 1597, en un momento decisivo y delicado de su carrera. El Fénix había regresado de Alba de Tormes a Madrid en 1596, fecha en que entró al servicio del marqués de Malpica, para quien trabajó como secretario por poco más de un año. Posteriormente, ya en 1598, el poeta madrileño volvió a ejercer de secretario de otro noble, esta vez el marqués de Sarria, futuro conde de Lemos (Castro y Rennert 96–110). Es decir, en 1598 Lope se hallaba acosado no solamente por problemas personales—la muerte de su mujer Isabel de Urbina, su procesamiento por amancebamiento con Juana de Guardo—, sino también por una nueva y difícil situación financiera. Su dependencia de varios nobles en tan pocos años revela esos problemas económicos: entre 1596 y 1598 Lope sirvió al duque de Alba, al marqués de Malpica y al marqués de Sarria. La precaria [End Page 320] situación económica del escritor se debía al peculiar estado de los teatros en los años finales del siglo. Durante la década de los 90, la obra dramática de Lope se había ganado la predilección del público y se había alzado "con la monarquía cómica" (Cervantes iiir). Sin embargo, precisamente cuando el Fénix había conseguido esta fuente de ingresos fijos, Felipe II ordenó el cierre de los teatros madrileños. La motivación inicial fue el luto por la muerte de doña Catalina, duquesa de Saboya e hija de Felipe II, que falleció en Turín en noviembre de 1597 (Castro y Rennert 122). Sin embargo, este cierre temporal se convirtió en definitivo cuando Felipe II publicó en mayo de 1598 una real disposición que prohibía...

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