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  • 2013 Siglo de Oro Drama Festival, Chamizal
  • Gladys Robalino

El coloquio de los perros de Miguel de Cervantes

Esta dramatización de la novela ejemplar de Miguel de Cervantes fue representada en El Chamizal el 9 de marzo por la compañía Morfeo Teatro Clásico como parte de su gira por Estados Unidos y México. Morfeo es una compañía de Burgos, España, con larga trayectoria en la representación de teatro clásico. El director artístico, adaptador y personaje en la obra, Francisco Negro, hizo honor al original de Cervantes. La novela recoge el diálogo entre dos perros callejeros, Cipión y Berganza, quienes, al estilo del pícaro literario, relatan sus experiencias trabajando para diversos amos. En su adaptación, Negro respetó lo fundamental del original, es decir, la estructura dialógica, el tono triste, a tiempos irónico y desencantado, y el mensaje en favor de los desvalidos. Sin embargo, lo más destacable fue la manera en que la puesta en escena logró mostrar el sentido trascendental de la obra, aproximándola a la realidad del espectador.

En el fondo del escenario, una tela en colores grises daba la ilusión de un día invernal. A un costado, el tronco de un árbol viejo caído es todo lo que ocupa el espacio. Una luz tenebrosa ilumina ligeramente. La obra se abre con la música del Canto de la Sibila, cuyo tono predispone a la audiencia al encuentro con una tragedia épica. En efecto, presenciaremos una tragedia, mas una tragedia humana, en la que no hay héroes ni grandes hazañas sino dos personajes ínfimos unidos por la miseria de su pobreza. El minimalismo en el diseño escenográfico libera el espacio para que el centro sean estos dos personajes olvidados de la sociedad.

Negro transforma a los personajes perrunos en dos hombres paupérrimos, lo que es una metáfora en la obra de Cervantes sobre los marginados de la sociedad, con lo cual la obra se representa de manera más clara para una audiencia actual y bastante joven. En la discusión que siguió a la presentación de la obra, Negro comentó que esta decisión tuvo la intención de dar más seriedad y verisimilitud a la puesta en escena. Mayte Bona hizo el papel de Cipión, un mendigo desarrapado arrastrando una carreta de cachivaches. Insertar la figura del mendigo fue un acierto por parte de Negro, puesto que logró dar actualidad a la obra con una imagen que resultaba cotidiana para la audiencia. Vestido en traje de mendigo de la época, sucio y acosado por el hambre, Cipión no es solo el mendigo de la España de Cervantes, sino todos los mendigos del mundo. Por otro lado, resulta algo más complejo comprender la utilidad de la vestimenta en que aparece Bergante. Éste, en traje de noble pero raído y sucio, nos trae a la imaginación la figura del hidalgo pobre, con lo que ayuda a mantener la conexión temporal entre esta adaptación y la obra original sin llegar a tener la trascendencia actualizadora que logra el vestuario de Cipión. El aire de dignidad que su vestuario le otorga a Berganza hace poco creíble la amistad, y posible hermandad, de estos dos individuos excepto ya sea en un plano filosófico y humano en el que todos terminamos siendo hermanos. [End Page 174]

Una de las dificultades mayores de poner en escena esta obra es su estructura en diálogo carente de movimiento para los personajes. Aquí, otro logro de Negro fue asegurar el dinamismo del discurso para compensar la falta de acción en el escenario. En efecto, tanto en la obra de Cervantes como en esta adaptación, no es la acción lo que prevalece sino la palabra. Mayte Bona en el papel de Cipión y Francisco Negro en el de Berganza hacen un trabajo impresionante de sostener el interés de la audiencia sin mayores movimientos en escena. Lo hacen solo con la energía que imprimen a los discursos, sus gesticulaciones y los cambios en...

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