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  • Jóvenes, viejos, gordos y flacos: El Caballero Novel en Enrique Fi de Oliva, Tablante de Ricamonte y Don Quijote de la Mancha
  • Cristina González

Como es sabido, Don Quijote de la Mancha trata de un hidalgo de mediana edad y flaca complexión que, por leer demasiados libros de caballerías, pierde el juicio y se hace caballero andante, empezando sus aventuras como caballero novel, que vela las armas en una venta del camino. Según Carroll B. Johnson (38), don Quijote experimenta lo que hoy se conoce como una crisis de la mediana edad, es decir, una segunda adolescencia en la que la persona revive sentimientos juveniles antes de asumir su declive. Don Quijote huye de la muerte actuando de mane-ra ingenua e infantil, como si fuese un verdadero principiante.

Mucho se ha escrito sobre las fuentes del Quijote. En lo que se refiere a obras de carácter cómico en las que hay un caballero novel y/o viejo que sufre muchos reveses, hay algunas influencias obvias. Por ejemplo, una fuente bastante conocida es el Agnolo di Ser Gherardo, de Franco Sachetti, que, según indica Ramón Menéndez Pidal (63), es un caballero anciano quien, montado en un caballo muy flaco, va de Florencia a un pueblo cercano a un torneo. Allí unos bromistas le espantan el caballo, que no para de correr hasta llegar a Florencia, donde una mujer recoge al magullado caballero y lo mete en la cama para curarle, reprochándole su locura. Otra fuente conocida es el anónimo Entremés de los romances, obra que algunos atribuyen al mismo Cervantes, como señala Geoffrey Stagg (130). Este entremés trata de un labrador que se vuelve loco, se hace caballero e imita a los personajes del romancero, saliendo en busca de aventuras con un escudero. Después de varios descalabros que lo dejan inmovilizado, su familia lo lleva a casa y lo pone a dormir en la [End Page 217] cama, pero él despierta con la mente consumida por ideas de otros romances.

Sin duda Cervantes se inspiró en estas obras a la hora de construir el personaje de su gracioso protagonista, pero creo que otras fuentes importantes son Enrique fi de Oliva (ver edición de Fradejas Rueda) y Tablante de Ricamonte (ver edición de Santonja). En estas obras no sólo se presenta la figura del caballero novel de manera humorística, sino que también aparece la figura del “puer senex,” tanto en la vertiente de joven que actúa como viejo como en la vertiente de viejo que actúa como joven o “puer aeternus.” Además en ambas obras hay un énfasis especial en la delgadez de algunos personajes y la gordura de otros. No es descabellado pensar que estas obras le sirviesen de inspiración a Cervantes ya que las menciona elogiosamente en el capítulo I, XVI del Quijote, el cual dice:

Fuera de que Cide Mahamate Benengeli fue historiador muy curioso y muy puntual en todas las cosas, y échase bien de ver, pues las que quedan referidas, con ser tan mínimas y rateras, no las quiso pasar en silencio; de donde podrán tomar ejemplo los historiadores graves, que nos cuentan las acciones tan corta y sucintamente, que apenas nos llegan a los labios, dejándose en el tintero, ya por descuido, por malicia o ignorancia, lo más sustancial de la obra. ¡Bien haya mil veces el autor de Tablante de Ricamonte, y aquel del otro libro donde se cuenta los hechos del conde Tomillas, y con qué puntualidad lo describen todo!

(edición de Rico: 141)

Tablante de Ricamonte es la versión castellana de la novela medieval provenzal Jaufré, en tanto que el libro que habla del conde Tomillas es la novela medieval castellana Enrique Fi de Oliva.

Muchos eruditos creen que esta alabanza es irónica. “Puntualidad” significaría brevedad, lo que sería una crítica de la enorme longitud de la mayoría de los libros de caballerías. Sin embargo, parece que “puntualidad” más bien significa exactitud, precisión, minuciosidad, detallismo (González, El olvidado encanto: 221...

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