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SPRING 2006 217 Ramos Perea, Roberto. El teatro puertorriqueño contemporáneo (1982-2003): Ensayos para una interpretación y otros escritos. San Juan: Gaviota, 2003: 414 p. Autor premiado nacional e internacionalmente de más de 70 piezas teatrales y director delAteneo Puertorriqueño, Roberto Ramos Perea es una figura fundamental del teatro puertorriqueño actual. En este volumen de ensayos, al igual que en el anterior, Perspectiva de la nueva dramaturgia puertorriqueña: Ensayos sobre el nuevo teatro puertorriqueño (1989), Ramos Perea se concentra en el teatro estrenado desde los años ochenta, sobre todo el que el autor denomina Nueva Dramaturgia Puertorriqueña. De manera concreta, Ramos Perea localiza esta veta teatral en un contexto dramático que abarca su nacimiento en la época colonial y las etapas subsiguientes, así como las vicisitudes prácticas y las preocupaciones teóricas y políticas que acarrea este género en la isla. El ensayista aprovecha no solamente su perspectiva interna como dramaturgo, productor, director y actor, sino también su amplio conocimiento de la historia lejana y contemporánea de las tablas insulares. La primera y más extensa sección del libro, “Ensayos para una interpretación del teatro puertorriqueño contemporáneo,” define el quehacer del autor y sus coetáneos en relación al linaje local comenzado por los areitos taínos y las ceremonias religiosas afropuertorriqueñas y continuado posteriormente por figuras tales como Lorenzo deAngulo, quien emergió como primer dramaturgo local en el siglo dieciocho, y los decimonónicos Alejando Tapia y Rivera y Eleuterio Derkes. Según apunta Ramos Perea, estos últimos reflejaron fervientes convicciones políticas y tuvieron que lidiar con una implacable censura; ambos factores se manifiestan en distintos grados en las actividades teatrales de pilares del siglo veinte, tales como Francisco Arriví, René Marqués y Manuel Méndez Ballester. Ramos Perea no sólo ha tenido experiencias semejantes con la censura y con el compromiso político, sino que también entabló con estas tres últimas figuras un diálogo, en gran parte literal, de índole formativa para su propia identidad como dramaturgo puertorriqueño. A su vez, su generación, de entre la cual recalca a Carlos Canales, José Luis Ramos Escobar, Abniel Marat y Teresa Marichal, se caracteriza en algunos casos por el activismo acendrado de finales de los años sesenta y procede a articular una dramaturgia de la palabra y de la imagen que matiza y a veces trasciende las inquietudes ideológicas iniciales. La segunda parte encaja en este desarrollo cronológico y estético al delinear las bases de una dramaturgia llamada posmoderna por el autor. En ésta, Ramos Perea y sus congéneres comparten las sospechas internacionales con respecto a las grandes narrativas ideológicas en la medida en que ven las contradicciones de los mitos nacionales locales y articulan, en cambio, visiones más personales y correspondientes a una multiplicidad de identidades antes acalladas por las ópticas homogeneizadoras. Un poco a modo de ejemplo de esta tendencia, la tercera sección aglomera ponencias y ensayos en los cuales el autor expone elementos de la teoría 218 LATINAMERICAN THEATRE REVIEW de composición teatral. Si bien adopta la autoridad magistral que le confiere su extensa obra, en vez de reproducir metanarrativas nacionales, el autor centra su exposición en la búsqueda individual y en el cultivo de elementos técnicos como la imagen, el diálogo y el conflicto. Las siguientes dos partes elaboran elementos anunciados en las secciones anteriores. El cuarto segmento, por ejemplo, documenta la coartación de la libertad de expresión que ha sufrido el teatro en Puerto Rico a través de la censura moralista del teatro erótico, de la ley que obliga a los actores a colegiarse y de la ley que exige descuentos para los espectadores mayores de sesenta años a expensas de los productores. Asimismo, la quinta sección afina su diálogo con Marqués, Méndez Ballester yArriví, recordando extensamente sus interacciones con ellos, analizando piezas de éstos o recordando obras que el mismo Ramos Perea dirigió, con particular énfasis en La carreta, Los soles truncos...

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