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Latin American Research Review 38.2 (2003) 34-60



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El Ateneo Y Los Origenes Del Estado ético En México

Horacio Legrás
Georgetown University


¿Tendría el intelectual moderno tal fobia del Estado y el Estado del intelectual si el uno no detentara los secretos del otro?

Régis Debray

Espontaneísmo e Intelectualidad

Uno de los libros más comprensivos (y comprensibles) acerca de la revolución mexicana, el de Lorenzo Meyer y Héctor Aguilar Camín (A la sombra de la revolución mexicana) comienza con esta frase enigmática: "No esperaban que llegara" (11). Lo que llega es obviamente la revolución. ¿Pero quiénes son los que quedan sobrecogidos por ese advenimiento? La respuesta es obvia: aquéllos que ejercen la tarea de ver y por lo tanto de preveer, esperar e incluso alumbrar lo nuevo: los intelectuales. La revolución mexicana, por el contrario, se caracteriza por la espontaneidad y por la prescindencia de idearios generales de dirección los cuales (a pesar de los múltiples programas y "planes") sólo cristalizan y se encarnan en las masas revolucionarias a posteriori y actúan, por lo tanto, retrospectivamente. 1

Pese a que los intelectuales ni previeron la revolución ni participaron activamente en ella (y aun muchos que sí lo hicieron tuvieron actitudes abiertamente hostiles hacia los componentes populares del movimiento 2 ) [End Page 34] una peculiar leyenda se asentó en la historia literaria de México. Una leyenda de acuerdo a la cual un pequeño grupo de jóvenes, reunidos bajo el nombre Ateneo de la Juventud y patrocinados por el ala progresista del gobierno de Porfirio Díaz, constituyó algo así como el "antecedente intelectual" de la revolución mexicana. 3 Los mismos ateneístas, a veces por cálculo político y otras veces por profunda convicción, alimentaron este paralelismo. "En el orden teórico"—comentaba Alfonso Reyes en 1939 en su ensayo "Pasado inmediato"—"no es inexacto decir que allí amanecía la revolución" (209). Pedro Henríquez Ureña, por su parte, dirá que el Ateneo fue "En el orden de la inteligencia pura, el preludio de la gigantesca transformación que se iniciaba en México." 4 Esta visión ha sido justamente criticada como un intento de usurpar el verdadero significado popular de la revolución a través de un procedimiento escandaloso que promueve a agentes del proceso revolucionario a aquéllos que incluso proclamaron la incapacidad política y moral del pueblo para liderar cualquier cambio en la sociedad de su tiempo. 5

La leyenda de que el Ateneo es el antecedente teórico de la revolución, si bien todavía hoy alimentada en algunos textos escolares, es rechazada sumariamente por los investigadores contemporáneos. Tal rechazo es sin embargo apresurado en tanto deja incuestionado los presupuestos sobre los que se montó esta "ilusión" histórica. Mi hipótesis es que la continuidad entre Ateneo y revolución no hay que buscarla en el orden histórico de la causalidad sino en el orden retrospectivo que implica [End Page 35] toda institucionalización. Esta consagración institucional no se debe, simplemente, al hecho de que nombres importantísimos de la cultura mexicana del siglo veinte (Antonio Caso, Reyes, José Vasconcelos, Martín Luis Guzmán o Diego Rivera) constituyeran las filas ateneístas; sino más bien al hecho de que el Ateneo encarna una formación cultural solidaria con la aparición de una nueva modalidad estatal (moderna e inclusiva) que el posterior estado revolucionario vendrá, definitivamente, a imponer. En este trabajo quiero trazar esta convergencia entre el estado que se conforma después de la fase armada de la revolución por un lado, y el intelectual, por el otro, tomando como punto de referencia las transformaciones en la función y la figura de los intelectuales, sobre todo aquéllos más cercanos a la institución literaria. 6 Para ello repaso primero brevemente la historia de la constitución del Ateneo de...

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