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  • Sátira e intertextualidad en la poesía erótica de frailes del Siglo de Oro
  • Francesca De Santis

La sátira anticlerical, común a toda la tradición literaria románica, está firmemente enraizada en el acervo cultural de la Edad Media: los vicios más comunes que se atribuían a la clerecía eran los de la incontinencia y comprendían la lujuria, la glotonería, el amor al vino, y la simonía,1 todos estos en contraposición con su proverbial abstinencia. En particular el vicio de la lujuria, atribuido a un grupo supuestamente casto, creaba un fuerte efecto cómico por la incongruencia de los dos opuestos (castidad versus libertinaje).

Unas primeras muestras de sentimiento anticlerical aparecen en varias obras literarias de la Edad Media como los fabliaux franceses (escritos entre 1159 y 1340) que representan a varios clérigos en conflictos amorosos, el Decameron de Boccaccio (1353) donde aparecen frailes en situaciones de promiscuidad o, en tierra española, el Libro de Buen Amor (1330–1343) que cuenta las andanzas alegres y las aventuras amorosas del Arcipreste de Hita. La misma adversión anticlerical también aparece, fuera del area románica, en los picantes y divertidos Cuentos de Canterbury de Chaucer del siglo xiv.

Esta sátira mordaz se debía, primero que todo, a la posición de poder y autoridad de sus representantes y al fuerte peso que ejercían en las conciencias y la moral de los hombres. Atacando a sus víctimas propiciatorias, el pueblo podía reafirmarse y liberarse momentáneamente de sus miedos y de las restricciones impuestas por la sociedad.

Ya enraizada en el patrimonio cultural de la Edad Media, este tipo de sátira se vuelve aún más común en el Siglo de Oro, cuando representar a curas y frailes con actitudes no muy en harmonía con su hábito hacía aún más picante [End Page 39] la ruptura de la norma, debido al aumento de la represión religiosa con la Inquisición y a un escenario muy jerarquizado. De hecho como afirma Díez Borque (44) “en el vibrante mundo de las disidencias barrocas” estos poemas de sátira religiosa se oponían a “una poesía de desbordante exaltación religiosa y acrisolada expresión de devociones”, constituyendo el “haz envés de la visión del mundo reflejada”. A través de la sátira anticlerical se atacaban todos los miembros de la clerecía, masculinos y femeninos y en general también las personas pías y devotas que se volvían el blanco de piezas poéticas irreverentes y mordaces. Y tanto el carácter anecdótico-jocoso como la forma en la que estos textos circulaban, que era sobre todo manuscrita u oral (Frenk b, 459), protegían sin duda al poeta de la censura.

En este trabajo, voy a centrarme exclusivamente en la poesía satírico-burlesca del Siglo de Oro que retrae a los frailes en clave erótica, que hasta la fecha no ha sido estudiada en su conjunto. Esta poesía erótica de frailes, de la que tenemos numerosos ejemplos, se construye a través de precisos tópicos temáticos y de juegos semánticos recurrentes que crean un verdadero sistema de correspondencias intertextuales y que, como se verá, hasta llegan a aclarar algunos términos clave del IV Tratado del Lazarillo de Tormes, obra repleta de motivos populares y folklóricos.

Mi reflexión se basa en un corpus de textos que por cierto sólo representa una pequeña gota en el inmenso mar poético de la poesía satírica religiosa del Siglo de Oro. El corpus reúne refranes, lírica de inspiración popular como seguidillas, villancicos y canciones – sacados sobre todo de cancioneros impresos o manuscritos y por lo general anónimos –, y también sonetos y letrillas de autores ilustres como Baltasar del Alcázar, Luis de Góngora y Quevedo.

Del análisis de los distintos textos que he juntado se puede afirmar que la sátira en contra de frailes, cuantitativamente...

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