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JOSÉ MARÍA DE CARNERERO Y NICOLÁS BÖHL DE FABER: DOS CONTRIBUCIONES SINGULARES A LA POLÉMICA CALDERONIANA por Marta Manrique Gómez Middlebury College A lo largo de los siglos XVIII y XIX, el largo y acalorado debate que despierta en los distintos sectores de la opinión pública la recepción de Calderón de la Barca, una de las figuras literarias más representativas del Siglo de Oro espa- ñol, no debe entenderse únicamente como un mero incidente literario en el que parece que lo que se discute es la simple cuestión de si las obras del Barroco y, consecuentemente, las de Calderón, respetan las tres unidades dramáticas en clara consonancia con la regla aristotélica. Aunque es cierto que esta dimensión literaria reaparece continuamente en la polémica calderoniana, también es cierto que, ligadas ineludiblemente a ella, se encuentran otras dimensiones no tan estudiadas, pero sí de igual importancia, que deben ser analizadas para entender la complejidad de las múltiples realidades ideológicas del debate. En particular, me interesa aquí la dimensión relacionada con el proceso de formación de la identidad nacional española y, más en concreto, la parte que incluye el intento de iconización de la figura de Calderón a partir de postulados que, en palabras de Pérez Magallón, están continuamente teñidos de “connotaciones conservadoras, católicas, intolerantes y xenófobas” (277). Así, una dimensión particular de la polémica, o mejor dicho de la recepci ón calderoniana, en la que está en juego la elaboración de un conjunto de valores con los que se quiere identificar el nombre de Calderón, es la relacionada con el proceso histórico de formación de la identidad nacional española. En este contexto, las distintas aportaciones crítico-literarias de los siglos XVIII y 11 XIX que hacen referencia a la obra de Calderón y en las que lo que se hace es alabar o criticar la obra del dramaturgo, esconden, en realidad, los intereses políticos de dos bandos enfrentados ideológicamente en la historia de las ideas de España para los que existen dos maneras muy distintas de entender el significado de lo español.1 Esta dualidad ideológica se resume, por un lado, en la línea que aboga por la defensa de la permanencia de unos valores tradicionales , considerados estáticos e inamovibles, que están representados a la perfecci ón en los dramas del teatro barroco español y de ahí la lucha que se emprende para conseguir su preservación; y, por otro lado, en la línea que, en palabras de Checa Beltrán, “se opone a considerar el teatro barroco español como prototipo de toda nuestra literatura, habida cuenta de su carácter ideológico, fuertemente monárquico y teocrático” (159) y propone como alternativa la posibilidad del cambio y renovación de esos mismos valores para, a partir de su desaparici ón, empezar a construir una nueva manera con la que poder definir “en qué consist[e] ser español” (Manrique Gómez y Pérez Magallón 429). En lo que hace referencia a la recepción de Calderón, las posturas que cada grupo de pensadores asume para analizar el significado de la obra y figura del dramaturgo testimonian la presencia de una doble dualidad, presente no sólo en el terreno literario, sino también en el político. En otras palabras, el aspecto diferenciador, pero al mismo tiempo aglutinador de todos ellos, que nos permite organizar los planteamientos que formulan, se encuentra no en la manera de interpretar el significado de la obra calderoniana, sino en la diferente actitud de aceptación o rechazo que muestran hacia dicho significado debido a que para todos ellos, en palabras de Pérez Magallón y Bezhanova, “Calderón es uno de los elementos clave de la memoria individual que la vinculan con una memoria colectiva creada a través de ese proceso de exclusión y manipulaci ón interpretativa de los datos” (“Identidad” 103). Así, la batalla ideológica...

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