In lieu of an abstract, here is a brief excerpt of the content:

TROVANDO CON PRÍAPO. PARA UNA HISTORIA DE LA SÁTIRA OBSCENA EN LA POESÍA IMPROVISADA HISPÁNICA por Alberto del Campo Tejedor Universidad Pablo de Olavide (Sevilla) A Fernando, enorme y sutil burlón LA POESÍA IMPROVISADA PRIÁPICA Si te afecta, Príapo, la empalmada pica que un poeta local en sus versos critica, no debes permitir que te aqueje el rubor: tu verga no es más larga que la de ese autor.1 DE esta guisa son los carmina priapea, en su sentido estricto “poemas erótico -festivos que tienen como tema básico al dios Príapo” (Herrmann 1) o, dicho de otro modo, “poemas escritos sobre el dios fálico Príapo, dirigidos a él, hablados por él o que le invocan” (Parker 1). Estas definiciones, ya clásicas por otro lado, no hacen sin embargo justicia al sentido de estas composiciones anónimas, que nos han llegado fundamentalmente en una colección de ochenta conocida como Corpus Priapeorum. Si bien tuvieron en el culto fálico su origen (en tiempos anteriores al siglo VI a.C.), los priapeos desbordan el sentido religioso para presentarse, al menos desde el siglo I a.C. hasta el IV d.C., como himnos paródicos y grotescamente inflados –impudica verba (CP 8)–, en los que el viejo, feo y barbudo diosecillo2 de rojo y desproporcionado falo toma la palabra para pintar el mundo de socarrona libídine, como en este diálogo con el campesino: 21 021-50 Campo, A. del 13/9/10 11:09 Página 21 (A) Príapo diligente, custódiame la huerta y espanta a los ladrones con tu picha bermeja. (B) Aunque seas tú quien robe una hermosa manzana tranquilo, probarás una tranca lozana.3 Casi siempre exhibicionista, Príapo se burla de las mironas, sean matronas pícaras y admiradoras de su gran miembro4 (CP 8) o vírgenes reprimidas (CP 66), mientras fustiga a los varones con problemas sexuales (CP 37). Arrogante , eternamente insatisfecho, siempre erecto, sus amenazas recrean –en clave paródica, eso sí– la relación sexual tal y como se entiende en la Antigüedad, con un vencedor y un vencido, un dominante y un dominado: Ojo que no te pille. No voy a darte palos, ni a producirte heridas con esta segur curva: Con mi gran porra dentro, vas a quedar tan tieso, que pensarás: “Mi culo nunca tuvo una arruga”.5 Más allá de su simbología mítica como dios guardián de jardines y huertos , dos son las características de estos poemas: la exhibición obscena, generalmente alardeando de la inmensidad y el poder de los genitales masculinos, y la sátira deslenguada que busca escarnecer a propios y extraños con alusiones lascivas. El análisis de los recursos literarios y retóricos –la propia hipertrofia en tono y asunto; el énfasis en la sorpresa al final del poema; las metáforas ambiguas en que los genitales, por ejemplo, son llamados hasta con 46 nombres distintos; el léxico deliberadamente obsceno, etc.– deja entrever que la finalidad del poema es humorística y lúdica (Ludens haec ego teste te, Priape ..., CP 2). En contraposición a la sensualidad de Venus o Cupido, Príapo es un dios grotesco y sus versos funcionan con una lógica carnavalesca, como cuando no duda en autofustigarse él mismo: Yo soy sólo una escoria, un vulgar diosecillo de vergüenzas remotas erguido bajo Jove y en pelotas.6 En The Garden of Priapus. Sexuality and Aggression in Roman Humor, Amy Richlin defiende el origen religioso del latín obscenus, con el que llega a la poesía, considerada para los romanos cuasirreligiosa en muchos sentidos, de tal manera que “the obscene area has its own bards and its own poetry” (9). En parte eso explica que el marco donde hubo de surgir este tipo de poesía fuera casi siempre festivo-ritual, como se encargan de repetir frecuentemente los poetas latinos, por ejemplo, Marcial, que justifica la obscenidad de su poes ía relacionándola con “las alegres chanzas y la licencia de la plebe” en “los dulces...

pdf

Share