Abstract

El Nuevo Mundo escenifica al indio y la conquista dentro del marco estructural de la comedia de honor que trae todas las convenciones del género, pero al mismo tiempo se nutre de los elementos del discurso teológico-jurídico Renacentista despertado por el salvaje; de tal modo, que en su intento de catalizar la realidad del indio numerosos elementos de ambos ámbitos no van a poder ser integrados en un todo uniforme, en una representación que no muestre desavenencias, produciendo extrañamiento. Buena parte de los estudiosos ha visto en estos desarrollos de Lope una marcada postura crítica con respecto a la legitimidad de la conquista. Por el contrario defiendo que esa extrañación, consecuencia de la puesta en escena de un indio honorable y bárbaro al mismo tiempo, genera un tipo de discurso que, lejos de producir contradicción, conflicto o subversión en cuanto a lo que signifique la legitimidad de la conquista, funciona como el mejor intento de asimilación en la ficción de esa entidad Otro, el indio. Dicha entidad se piensa como esencial para la perpetuación y el fortalecimiento del sistema de valores dominante legitimador del modelo de autoridad monárquico-señorial del Barroco. Además, toda una serie de elementos que la obra de Lope despliega pertenecientes o bien al código teológico propiamente, o bien a la comedia de santo—justificadores de la labor de evangelización de los españoles en Indias—entran a formar parte de un drama de capa y espada, donde el conflicto de honor genera la violencia indígena, no la sublevación religiosa de los amerindios que probaría las posturas de Ginés de Sepúlveda: indios bárbaros u homúnculos violentos. En este sentido, El Nuevo Mundo celebra el móvil de Colón: la victoria universal del cristianismo, representando fervorosamente sobre las tablas la 're-conquista' de América. (MRC)

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