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  • Teatro y fascismo en España. El itinerario de Felipe Lluch by Víctor García Ruiz
  • David Rodríguez-Solás
Teatro y fascismo en España. El itinerario de Felipe Lluch. Iberoamericana/Vervuert, 2010. Por Víctor García Ruiz.

Víctor García comienza su libro advirtiéndonos de que el nombre de Felipe Lluch solamente resultará familiar a los especialistas del teatro de los años treinta, quienes nos hemos topado con sus artículos periodísticos en Ya o Sparta donde reclamaba un Teatro Nacional o exponía su visión del arte escénico español. Hasta ahora los estudios sobre sus ideas y prácticas escénicas se debían reconstruir a través de las citas de soslayo en los artículos dedicados al teatro de esta época. De hecho, el único estudio dedicado a su empeño en crear un Teatro Nacional lo escribió Juan Aguilera Sastre hace casi veinte años. De igual manera podríamos manifestarnos respecto al poco estudiado teatro fascista, del que Lluch fue uno de sus impulsores. Los someros estudios de Francisco Linares y Sultana Wahnón no han tenido continuación. De ahí que Teatro y fascismo en España: El itinerario de Felipe Lluch salde una doble deuda de la investigación teatral con un periodo y un personaje desatendidos por los historiadores del teatro.

El giro ideológico de Felipe Lluch hacia posiciones fascistas y el estudio de esta estética teatral, que son los temas principales de este estudio, ocupan la segunda mitad del libro. García ofrece una completa contextualización del teatro fascista español en el entorno europeo y estudia sus aportaciones como director y crítico teatral que se adscriben al programa falangista. El subtítulo de este ensayo obedece al empeño de García por explicar cómo se produce la trasformación ideológica de Lluch, que desde su postura siempre católica había defendido las ideas liberales de la República. Sus diarios inéditos, a los que ha tenido acceso García además de otros documentos personales, le sirven para trazar la asimilación de las nuevas ideas falangistas hasta el punto de visualizar su papel providencial en “la primavera que España aguarda” (196). Las prácticas teatrales fascistas españolas buscan el renacimiento de la comunidad nacional (palingénesis), como sostiene García siguiendo a Roger Griffin en Fascism and Theatre (1996). Junto al análisis de las obritas de teatro de urgencia del bando franquista y del auto El casamiento engañoso con el que Torrente Ballester ganó el primer concurso de autos sacramentales, García introduce la idea de la “teatralización de la vida pública” (244), de la que se vale para ofrecer una convincente lectura de la escenificación de la esfera pública con ejemplos como el traslado de los restos de José Antonio desde Valencia a Madrid en 1939, o los proyectos urbanísticos de Luis Moya.

En “Los caminos fascistas de Felipe Lluch” se ocupa del espectáculo barroco España, Una, Grande y Libre, que celebró el primer aniversario de la victoria franquista. Lluch, que tenía experiencia en la adaptación y dirección del repertorio clásico, escribió para esta función una loa inspirada en las de Calderón, refundió romances de los siglos XVI y XVII con los que hizo una comedia y terminó el espectáculo con una adaptación de la Farsa Sacramental de las Bodas de España, que concluía con una apoteosis falangista donde se reconocen lugares comunes de su estética: “¡Arriba España! Que vibre/de ilusión todo su ser,/porque hoy vuelves a nacer/y a ser Una, Grande y Libre/pues empieza a amanecer” (271).

Felipe Lluch también participó en los proyectos más representativos del teatro de la época que le tocó vivir. Su nombre aparece ligado al Teatro de la Escuela Nueva, al grupo Caracol, a [End Page 332] la TEA (Teatro Escuela de Arte) y, ya en la Guerra Civil, al Teatro de Arte y Propaganda. De ahí que este...

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