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Del discurso de la enfermedad al discurso de la identidad en Juan Goytisolo RosalÃ-a Cor nejo-Par riego The Pennsylvania State University En Foucault and Literature, Simon During observa que la conexión existente entre la mirada médica y la literatura posee una larga y fecunda tradición y, como prueba de ello, aduce los ejemplos de Madame Bovary de Gustave Flaubert, The Wings of the Dove de Henry James y la obra del marqués de Sade y de Charles Baudelaire (50; 58-67). Dentro de la literatura española, Juan Goytisolo es tal vez el autor contemporáneo que mejor encarna dicha tradición, puesto que gran parte de su obra narrativa está impregnada por el discurso clÃ-nico, otorgándole un sello tan particular , que a menudo hasta la crÃ-tica goytisoliana se ha visto "contagiada" por dicho discurso. ' Por las novelas de Goytisolo pululan enfermedades, personajes, escenas y terminologÃ-a médicos. Se puede recordar, a este propósito, la minuciosa y gráfica descripción de los sÃ-ntomas de la rabia (132-4) en La reivindicación del conde don Julián (1970), o el proteico personaje deJuan sin Tierra (1975), Vosk, entre cuyas múltiples profesiones—coronel, sacerdote, crÃ-tico, profesor—se encuentra la de médico y en cuya consulta se desarrolla un importante interrogatorio clÃ-nico (276-81). EnMakbara (1980) las alusiones médicas son especialmente notables: desde la presencia del terrorÃ-fico investigador vampiresco de "L'horrible cas du docteur X," pelÃ-cula que el meteco entra a ver en su periplo parisino, hasta las parodias publicitarias que aconsejan la cirujÃ-a plástica, la inseminación artificial y el suicidio asistido para los seres improductivos (28; 30; 32-3). Destacan, asimismo, los calificativos médicos de "leprosa, pestÃ-fera, contaminada," "un esquizofrénico, un caso clÃ-nico" (43; 190) y se alude al trauma juvenil incurable que sufre la/el travestido e "irrecuperable" ángel y que le ha llevado a probar todo tipo de remedios de médicos y curanderos: "pócimas, tisanas, jarabes, compresas con hielo, hierbas, ungüentos, pomos de sales ... talasoterapia bretona, cura de aguas ..." (37). En Paisajes después de L· batalL· (1982), escrita completamente en clave irónica y donde ya algunos de los tÃ-tulos incorporan terminologÃ-a médica—"Defectos, sicosis, puntos flacos," "El sÃ-ndrome total" (75; 127)—se menciona el dictamen históricom édico de los viejos amigos del excéntrico protagonista recluidos en una Arizona Journal of Hispanic Cultural Studies Volume 2, 1998 176 Arizona Journal of Hispanic Cultural Studies institución con enfermeras, camillas y carrito con medicinas (79-81). El mismo narrador se encuentra, en cierto momento, paseando por un jardÃ-n "bajo la mirada escrutadora de varias enfermeras corpulentas, protegidas con perros y cascos" ( 127). Sin duda alguna, el discurso clÃ-nico goytisoliano llega a su culminación en Las virtudes del pajaro solitario (1988) donde el Sida y la obra de San Juan de la Cruz comparten el protagonismo. En esta novela, clÃ-nicas de desintoxicación, balnearios y psiquiátricos constituyen algunos de los espacios fundamentales donde "frailes comisarios malsines enfermeras doctores" (161) se dan la mano. La caÃ-da de uno de los personajes—elemento misterioso de la trama—conduce a una enumeraci ón minuciosa de las consecuencias médicas que tal acontecimiento acarrea: reacciones psicosomáticas, traslado al quirófano, radiografÃ-a craneana y consulta con el director del equipo de traumatologÃ-a (47). La narración se vuelve más cruda cuando se refiere especÃ-ficamente al Sida. No sólo alude al certificado de seronegatividad (147), sino que también enumera los "sÃ-ntomas agoreros del mal," "vómitos, diarreas, eritemas, manchas, bocas descarnadas" (123; 129) que presagian la "descomposición súbita de nuestro organismo en carroña" (16). La mirada médica revela una particular crueldad en la descripción de la agonÃ-a de Ia Seminarista: capsulada en su celdilla hermética, separada de las demás enfermas, cociéndose en la hediondez de su propia baba, visión de esperpento, demacrada, bubosa, toda uñas y pelo, arañaba furiosamente las paredes de su...

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