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C a p í t u l o U n o La Casa del Águila Elizabeth Hill Boone Traducido por Jaime Mauricio Fatás Cabeza Amediados del siglo XVI, una generación o más despuésdequelosespañoleshubieranconquistado sus tierras, los señores indígenas del pueblo de Cuauhtinchan decidieron crear un magnífico y hermoso documento, uno que recontara y validara la grandeza de su pasado y reafirmara sus derechos en el presente. Estos señores de Cuauhtinchan, la Casa del Águila, no eran los únicos que deseaban reafirmar la gloria pasada; otros gobernantes por todo México central también estaban comisionando archivos históricos que investigaran el pasado remoto, anterior a la llegada de los españoles (Boone 2000b). Los señores de Cuauhtinchan, como tantos de sus pares, prefirieron no configurar sus recuerdos en textos en prosa escritos usando una escritura alfabética, sino que, en cambio, confiaron en la antigua tradición de pintar la historia. Eran totalmente conscientes de que estos documentos pintados, quizá incluso más que los textos alfabéticos más recientes, todavía operaban como poderosos agentes en la sociedad colonial y, de igual importancia, eran eficaces en los tribunales coloniales. Los documentos pintados, y sobre todo, las historias pintadas, tenían un aura de antigüedad; su voz era, por lo tanto, auténtica. LahistoriaquelosseñoresdeCuauhtinchandesearon conservar era la de su antiguo origen, cuando sus antepasados dejaron por primera vez el lugar mítico de surgimiento, viajaron lejos y arduamente para llegar a sustierrasactuales,yporfinestablecieronsupolity(entidad política) en Cuauhtinchan; entonces, fue su deseo contar cómo se habían establecido relaciones con las gentes que vivían a su alrededor (por medio del matrimonio , la fuerza o por otros medios). El relato narraría de dónde vinieron y cómo se relacionaban con sus vecinos . Para la narración de esta historia fundamental no escogieronlasreductoraspáginasdeunlibroencuadernado a la europea, ni siquiera la linealidad de un códice doblado a manera de biombo o acordeón, sino que permitieron que su historia se desplegara a lo largo de una gran hoja de papel de amate. Esta magnífica hoja, que mide aproximadamente 109 × 204 centímetros y que está completamente cubierta de imágenes pintadas , hoy la conocemos como el Mapa de Cuauhtinchan núm. 2 (MC2). A pesar de que, con el paso de los años 27 28 Elizabeth Hill Boone hanperecidotantasdelasotrasantiguashistoriaspintadas , el documento de Cuauhtinchan, rico en detalle y de bella factura pictórica, de alguna manera ha sobrevivido . Todavía nos cuenta los recuerdos y aspiraciones de su gente, y nos permite comprender cómo la historia puede pintarse en lugar de escribirse. En este ensayo, mi objetivo es resumir la larga y compleja historia que se cuenta en el MC2, y explicar las convenciones y estructura de su narrativa.1 Antes de esto, debemos considerar brevemente el contexto de la creación del mapa, la decisión de contar la historia que cuenta y, entonces, la decisión de configurarlo como un mapa. Cuauhtinchan, a mediados del siglo XVI, era un lugar rudimentario. Su población se había visto muy reducida por las epidemias, y los cinco o seis mil sobrevivientes subsistían del fruto de sus campos; el ganado, que otros tenían, escaseaba. Era una época durante la cual los funcionarios españoles estaban juntando poblacionesmenguantesyrelocalizándolasen“congregaciones .” De hecho, las tierras de Cuauhtinchan estaban siendo usurpadas por sus vecinos, los tepeyacactlaca entre ellos, inmediatamente al este. Un cabildo indígena gobernaba Cuauhtinchan, y la mayoría de los habitantes era oficialmente cristiana. La temprana iglesia franciscana sería reemplazada en la década de 1560 por la gran iglesia-fortaleza y convento que todavía se levanta ahí hoy.2 Los líderes indígenas de la polity estaban divididos en su mayoría entre hablantes de náhuatl (del México central) y hablantes de pinome (también llamado chocho, que tenían lazos más estrechos con los mixtecos del sudeste). Durante casi un siglo, los señores pinome habían disfrutado de mayor autoridad, y la mayoría de los estudiosos coinciden en que estos señores pinome comisionaron este mapa de Cuauhtinchan, así como algunos de los otros mapas que han sobrevivido (Reyes García 1988, 16; véanse también los ensayos de Yoneda, Asselbergs y Ruiz Medrano en este volumen). De hecho, han sobrevivido seis mapas de Cuauhtinchan, así como varias historias escritas y...

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