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  • La monja alférez: una producción del Teatro Círculo de Nueva York1
  • Natalia Soracipa

Imagina que estás entrando a una caja negra en la que esperas ver vestuarios pomposos que representen el siglo XVII y escuchar diálogos en verso difíciles de comprender, tal y como se presenciaría en muchas puestas en escena de obras áureas. Sin embargo y para mi sorpresa, el treinta de octubre de 2023, como parte de mi trabajo de investigación para el proyecto Siglo Latinx2, me dispuse a documentar en el teatro Chain los ensayos tras bambalinas de La monja alférez. Ahí me encontré con un personaje de estilo neoyorquino que cantaba, mientras me miraba a los ojos y contaba las travesías de esta monja. Fue su coqueteo, sus botas de cuero con tacón alto y su chaqueta de lentejuelas lo que me dio a entender que esta vez no presenciaría una puesta en escena anticuada llena de manierismos. Día tras día, mientras yo tomaba fotos, cosía vestuarios y entrevistaba a los artistas, reafirmaba que ese personaje anfitrión, llamado “Cantante” y de género no binario, era precisamente el toque mágico de esta obra. Daniel Alonso de Santos y su equipo de trabajo le habían dado a Cantante la labor de hilar esta historia de tal forma que fuera fácil de comprender. Así, Teatro Círculo nos presenta una temática complicada y controversial que podemos seguir con claridad gracias a la mediación de Cantante, la construcción de imágenes teatrales, la comedia y la actuación espontánea de todo su elenco.

Teatro Círculo3 escogió La monja alférez para celebrar su trigésimo aniversario. Hace tres décadas que su director José Cheo Olivera, con sus artistas y colaboradores, se dedican a preservar y estimular el teatro en español en Nueva York. Asimismo, se han dedicado a apoyar el trabajo de artistas hispanohablantes en esta ciudad. Durante esos días que estuve en Nueva York, [End Page 137] fue fascinante escuchar los diferentes acentos de sus actores y colaboradores y ver cómo estos artistas de raíces diversas se unían en escena con el único fin de contar una historia y traer teatro de calidad. Mientras me sentaba en la parte de atrás del público para escuchar los versos de sus diálogos, crecía mi curiosidad por saber ¿por qué un director tan joven se había interesado en traer a escena y mantener vigente una historia de hace 500 años? Así que, mientras él revisaba que todo anduviera viento en popa en los camerinos, se lo pregunté y él me contestó lo siguiente: “[...] hay otros muchísimos autores, como en este caso Ruiz de Alarcón, que tienen textos que siendo de hace tanto tiempo, te despiertan unos sentimientos, una pasión y un fuego, que es artísticamente hablando... muy potente” (de Santos, 00:00:43–56). Por esta razón, Daniel, junto con su equipo de trabajo, le ha apostado a esta historia en la que su protagonista, una mujer del siglo de oro, decide vivir como hombre y enfrentarse a los mandatos impuestos por la sociedad para defender su identidad. Tema que aflora controversias hoy en día.

Recordemos quién fue esta mujer, Catalina de Erauso, y cómo hace más de 500 años expuso estos asuntos relacionados al género, al atreverse a recorrer las Américas vestida de hombre. Es necesario recalcar que esta obra de teatro nos presenta una historia verídica. Catalina de Erauso, nombre que recibe en su nacimiento en San Sebastián, España, fue una monja que escapó de su convento y se cambió el nombre a Antonio Erauso, entre otros que adoptó en su peregrinaje por las Américas. Esta joven no solo quebrantó las leyes del convento en el que residía, sino que también de forma astuta se adentró en la corte del reinado de Felipe III, engañó a militares de alto rango y ni siquiera su propio padre pudo reconocerla y detener su plan...

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