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  • Viridiana de Luis Buñuel:Bestiario moralizante1
  • Iván Moure Pazos

Contemplamos las imágenes que se apretujan densamente en nuestra iconosfera como algo natural, como si durante toda la historia hubiesen estado allí, enviándonos mensajes multicoloreados, ocupando cada parcela de nuestra vida, desde el periódico que leemos por la mañana al programa de televisión que vemos por la noche, pasando por la publicidad callejera y por el folleto ilustrado que nos explica cómo utilizar un artefacto recién adquirido. Y, sin embargo, el homo sapiens ha vivido sin imágenes en la mayor parte de su historia, pues en sus 200.000 años de existencia solo ha producido imágenes en los últimos 30.000, en la séptima parte de su historia como especie.

(Román Gubern, Bisonte, 51)

Los hombres de mi generación, españoles por añadidura, padecíamos una timidez ancestral con las mujeres y un deseo sexual que tal vez fuese el más fuerte del mundo. Deseo, por supuesto, que era fruto de largos siglos de catolicismo emasculador. La prohibición de toda relación sexual extramatrimonial, la exclusión de toda imagen y toda palabra que, aún de lejos, pudiera relacionarse con el acto del amor, todo ello contribuía a robustecer extraordinariamente el deseo. Cuando, a despecho de todas las prohibiciones, este deseo podía ser satisfecho, el placer físico era incomparable, pues siempre se asociaba a él el goce secreto del pecado. Sin asomo de duda, un español experimentaba en la cópula un placer muy superior al de un chino o un esquimal.

(Buñuel, Suspiro 49)

Introducción

En febrero de 2020 se ha cumplido el 120 aniversario del nacimiento del director de cine más importante de España: Luis Buñuel. Asimismo, en 2021 se celebra el 60 aniversario [End Page 14] de su obra más celebrada: Viridiana (1961); considerada por la crítica especializada, y en esto parece que hay consenso, como una de las mejores películas del cine español de todos los tiempos. Con razón apunta Buñuel "Viridiana [la película] soy yo" (Fuentes, Buñuel en México 138). El contexto político y social en el que se desarrolló el filme, marcado por claros elementos trágicos, pero también cómicos, constituye un capítulo aparte en la historia cinematográfica universal (Sánchez, "Las referencias" 479–82). No me detendré demasiado en este aspecto tratado hasta la saciedad en la literatura crítica buñueliana. En síntesis, cabe apostillar que Buñuel corrió más rápido que Franco. La cinta logra burlar la censura de la dictadura utilizando a Francia y México como aliados y subterfugio artístico (Bello 28). Para más inri, es premiada con honores en el festival de Cannes, mientras la alta jerarquía militar y eclesiástica—especialmente ésta—de Italia y España ponía el grito en el cielo. Destituciones fulminantes como la del Director General de Cinematografía José María Muñóz Fontán no se hicieron esperar. Buñuel, aprovechando la llamada "apertura" del régimen franquista de los años 60, retorna del exilio, quiebra a los censores del régimen con metáforas cáusticas y, cuando la broma ha llegado demasiado lejos, desaparece sin dejar rastro. El regalo que traía bajo el brazo resultó ser una bomba de mil kilotones para la moral biempensante española (Salvador 264–266). Y bajo esta premisa parece adquirir valor aquello que Víctor Fuentes, parafraseando al Nobel Czeslow Milosz sentenciaba: "el exilio destruye, pero si resistes la destrucción, la prueba te hará más fuerte" (Bio-Grafía 13).

Viridiana estuvo censurada en España durante 17 largos años. No es hasta el año 1977, con la llegada de la transición democrática y, después de recibir el Óscar por Le charme discret de la bourgeoisie (1972), cuando se distribuya y proyecte en salas, adquiriendo desde entonces, mayor repercusión mediática. En los primeros años 80, con la ansiada apertura cultural desarrollada en Espa...

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