Abstract

Resumen:

Este artículo analiza el cortometraje de ficción Salvador: Historia de un milagro cotidiano (2007) de Abdelatif Hwidar, que trata el atentado terrorista yihadista del 11 de marzo de 2004 en Madrid. Esta película poco analizada presenta una explicación de por qué no se detonó una de las bombas encontradas tras el atentado: un niño hace que un terrorista cambie sus planes al involucrarlo en un juego de escondite, una versión inocente del intento del hombre de pasar desapercibido y cometer una atrocidad. Basándome en las observaciones de la antropóloga Begoña Aretxaga sobre el terrorismo, sostengo que la película, cuando se lee detenidamente, argumenta en contra de considerar a los musulmanes como los Otros, aboga por considerar a los terroristas capaces de ser reformados, y defiende la construcción de la comunidad como una forma de poner fin a la guerra contra el terrorismo. Explico cómo la elección del reparto de Hwidar y el uso de técnicas cinematográficas como el primer plano, así como su propia hibridez cultural, contribuyen a derribar los muros entre el Yo y el Otro que se refuerzan en el discurso de la guerra contra el terrorismo.

Abstract:

This article analyzes Abdelatif Hwidar's fictional short film Salvador: Historia de un milagro cotidiano/Salvador: A Daily Miracle Story (2007), which takes as its subject the March 11, 2004, jihadist terrorist attack in Madrid. This underanalyzed film presents an explanation for why one of the unexploded bombs found after the attack did not explode: a young boy causes a terrorist to change his plans by involving him in a game of hide-and-seek, an innocent version of the man's attempt to pass unnoticed and commit an atrocity. Building on anthropologist Begoña Aretxaga's observations on terrorism, I contend that the film, when read closely, argues against viewing Muslims as Others, advocates deeming terrorists capable of being reformed, and champions community building as a way of bringing about an end to the war on terror. I explain how Hwidar's casting choice and use of filmic techniques like close-up, as well as his own cultural hybridity, work to break down the walls between Self and Other that get reinforced in the war-on-terror discourse.

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