- Configuraciones de lo andino
¿Cómo hablar de lo andino hoy en día o, dicho de otra manera, por qué se habla de lo andino en una gama variada de disciplinas académicas además de en las sociedades cuyas culturas se (auto)caracterizan como tal? Hablar de lo andino puede tomar diferentes caminos, dependiendo del contexto y de acuerdo a los interlocutores y su posicionalidad étnica, racial, política o geográfica. En el imaginario colectivo, lo andino nos remonta a algún diálogo sobre la región que asociamos con la cordillera de los Andes y, en algunos casos, concretamente a la región central de los Andes, principalmente Bolivia, Perú y Ecuador. Sin embargo, como es bien sabido, aunque a veces lo olvidamos, la cordillera de los Andes, es decir, el mundo andino y su diversidad climática, topográfica, geológica, diversos ecosistemas y compleja geografía recorren desde casi el nivel del mar en Venezuela, pasando por Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, hasta partes de Chile y Argentina (Fine-Dare y Seligmann 1-2; Estermann et al. 4). Esta vasta región que comprende gran parte de Sudamérica ha sido también el nodo de cohabitación, de encuentros, de disputas, de comercio entre grupos originarios por miles de años, incluso con regiones que hoy asociamos con la costa del Pacífico o la Amazonía (Arnold 28–33; Fine-Dare y Seligmann 1–3). De igual manera, dicha región ha sido el lugar de un violento proceso de colonización que también esclavizó africanos y los introdujo a lo largo de los territorios políticos y culturales que forman parte de la región andina (Álvarez-Ogbesor 1–20; Flores Galindo 3–52).
Desde la perspectiva de una historia más reciente, queda claro que lo andino se ha dispersado en las sociedades andinas y sus prácticas culturales para acomodar otros sentidos que, aunque exceden sus manifestaciones académicas, igual las evocan y en cierta forma las instrumentalizan. Por ejemplo, de algún tiempo a esta parte, lo andino puede señalar, acaso de manera más llamativa, una serie de prácticas que mercantilizan las herencias indígenas y oriundas culturales de la zona, pero que a la vez les infunden nuevos sentidos identitarios y críticos, [End Page 497] como lo ha estudiado Annelou Ypeij en relación al tejido, gastronomía y rock peruanos. Para ella, se trata sobre todo de intentos de redefinir la etnicidad nacional (Ypeij 49).
Sin menos importancia y acaso con mayor aporte a la vida política y social de la región, lo andino también constituye el núcleo de varios potentes discursos reivindicatorios que buscan el poder político. Prueba de ello son las posiciones y logros de la Conderación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) y el Movimiento al Socialismo (MAS) en Ecuador y Bolivia respectivamente, y en particular la plasmación de la idea de buen vivir y su dispersión no solo en los Andes centrales, sino en otras partes de América Latina. Es importante señalar que un compañero de ruta de este esfuerzo ha sido una variada contribución académica que, aunque se entiende bajo distintos rubros, suele denominarse decolonial e identifica una fuente de sus prácticas críticas en "la incidencia que tienen para las ciencias sociales y las humanidades de la región fenómenos como los emergentes movimientos indígenas en Bolivia y Ecuador", como han señalado voces claves en estos debates (Walsh et al. 9). Así, lo andino se asocia con estos movimientos indígenas (8). Lo andino, pues, precisa de una mirada diacrónica a una región de diferencias, de multiplicidades, de aspectos culturales, materiales, arqueológicos, lingüísticos y religiosos, por solo mencionar algunas de las dimensiones que podrían servir para aproximarnos a cualquier conversación parcial, incompleta y siempre en evolución de los usos y límites del concepto de lo andino.
Teniendo en mente estas complejidades al enfrentarnos al término lo andino, para el congreso de la...