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  • Postmorten, vivos que escriben a sus muertos:genealogías familiares suicidas en la literatura chilena
  • Constanza Ternicier

Escribir su autobiografía sea para confesarse, sea para analizarse, sea para exponerse ante los ojos de los demás, a la manera de una obra de arte, es quizás intentar sobrevivir, pero mediante un suicidio perpetuo –muerte total en tanto que fragmentaria. Escribirse es dejar de ser para confiarse a un anfitrión –el prójimo, el lector– que en adelante no tendrá otra ocupación más que tu propia inexistencia

(Maurice Blanchot, L'Écriture du desastre)

El suicidio de la literatura: introducción a tres genealogías chilenas

El presente artículo se propone poner de relieve la importancia de ciertas genealogías familiares en las representaciones suicidas dentro de la literatura chilena. Para ilustrarlo, se analizará tres obras: la biografía de Ángel Parra sobre su madre, una mujer que ocupa un lugar inmenso dentro de nuestra historia cultural, en Violeta se fue a los cielos (2006); Jorge Edwards, por su parte, siente la necesidad de contar su versión de la historia de su tío abuelo, el escritor y cronista Joaquín Edwards Bello, acaso un alter ego de sí mismo, en El inútil de la familia (2004). Se suicidan uno tras otro, Violeta Parra en 1967 en la carpa donde compartía con su familia sanguínea y artística; y Joaquín Edwards Bello en 1968 con la pistola colt que heredara de su padre. Ambas personalidades culturales son re-convertidas en personajes de ficción a través de las biografías de su progenie: representaciones que dan cuenta de una estructura de sentir (Williams, 2000) del período.1 Años más tarde, Correr el tupido velo (2009) de Pilar Donoso se nos viene a presentar como el tercer caso con que pretendemos poner de relieve aquí este genograma literario vinculado a la decisión de morir por mano propia. Pilar Donoso devela la figura de su padre, el escritor José Donoso, y su marca en ella, reflectando la luz de sus tormentos para mostrar las tribulaciones más [End Page 31] íntimas de su padre adoptivo. Y en el espacio que queda fuera de la escritura, es ella—la biógrafa—quien toma la decisión de suicidarse. Las tres obras tratan sobre autores que, de algún modo, son hitos fundacionales dentro de la literatura nacional. Sin embargo, lo que presentan sus familiares al poner en escena el suicidio, ya sea dentro o fuera de la ficción, son desfiguraciones de aquellos mitos fundacionales. El artículo pretende recorrer el sentido de dicha desfiguración.

Edwards Bello recibió a los 18 años, y como regalo de su padre, una pistola Colt para que se hiciera hombre. Como cronista y escritor, siempre produjo una exquisita mezcla entre la vida y la ficción. Su sobrino nieto se refiere a esta "sana y conmovedora confusión": "¿Su temprana vocación de escritor sería, en último término, una necesidad de confesarse, de mostrar su diferencia, de poner su corazón encima de una mesa, o en el centro de un escenario? ¿Su pobre corazón, su corazón al desnudo? Autobiografías alteradas, disimuladas, ¿tramposas?" (El inútil 161). De un temperamento explosivo, consagró su vida a la literatura. Enviudó temprano y quedó a cargo de dos hijas fruto de su primer matrimonio. Luego, se casaría con su empleada y tendría un hijo con ella. Motivado por un profundo vitalismo, Jorge Teillier celebra su trabajo como cronista con elogiosas críticas que destacan su tono alejado de la pedantería, a través del cual se expresa como si le hablara a su vecino. Aseguraba "que pensar no era su fuerte, su manía, como la de tantos otros intelectuales (así nos llaman, explicó): él prefería jugar a los juegos más diversos, y escuchar o leer historias, y viajar, y escribir en cuadernos escolares y hacer dibujos en tinta china de los lugares por donde viajaba" (231).

José Donoso fue un escritor que formó parte del boom latinoamericano. Marcado por la aristocracia chilena y...

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