Troubled Memories: Iconic Mexican Women and the Traps of Representation by Oswaldo Estrada (review)

Oswaldo Estrada presenta en este libro un repaso de las ficciones recientes sobre la Malinche, Juana de Asbaje, Leona Vicario, así como sobre ese personaje, colectivo y anónimo, que son las soldaderas de la Revolución Mexicana. Remata estos cuatro capítulos con un perspicaz epílogo dedicado a Frida Kahlo, la mujer cuya revaloración y consecuente boom comercial determinan las lógicas de explotación que enmarcan la posibilidad de éxito comercial de la edición de la mayor parte de los libros estudiados.

Los cuatro nombres crean también posiciones en una matriz atravesada por ejes de oposición. Troubled Memories se abre con una mujer de la que casi no sabemos casi nada, no tenemos certeza ni siquiera de su nombre: doña Marina / Malintzin / Malinche. En cambio, de sor Juana, se han escrito páginas suficientes para llenar varias bibliotecas. Esto crea un primer eje de oposición en cuanto a grados de saber. El siguiente capítulo crea el segundo eje de oposición, pues Leona Vicario ya pertenece a la cultura ilustrada que, con las modificaciones que queramos, sigue definiéndonos. Este segundo eje divide el libro entre mujeres de la modernidad temprana y mujeres de la plena modernidad. El personaje popular, colectivo, que más que individuado permanece mejor como intersubjetividad o como presubjetividad, permite, además del eje singular-plural, leer con nitidez la división en clases-razas: tenemos a una indígena, dos criollas, una hija natural y otra legítima, y una colectividad predominantemente mestiza. Dejo fuera a Frida, por funcionar, como ya dije, más como una cifra teórica que como parte de la serie que ayuda a cerrar.

Además de la cuidadosa elección de las mujeres que son el núcleo de sus capítulos, un punto a destacar sobre Troubled Memories es la manera en que Estrada dispone los materiales de su libro, pues en lugar de dedicar una subsección a cada una de las novelas que estudia en el capítulo, prefiere pensar diferentes aspectos que estas comparten, creando una especie de estratigrafía isonómica muy astuta que le permite proceder en términos de problemas, en vez de sujetarse a las tramas de los libros, que no por ello dejan de explorarse.

Finalmente, hay que subrayar que, como en Ser mujer y estar presente y en La imaginación novelesca: Bernal Díaz entre géneros y épocas, sus dos libros anteriores, Estrada es sistemáticamente riguroso en su trabajo de fuentes. Su destreza para oscilar entre la historiografía y la crítica literaria resulta fundamental para trazar la silueta de lo que ignora el historiador y, por ende, debe imaginar el novelista. Pero también para señalar los lugares en que el novelista no agota lo que la historiografía le ofrece.

En suma, el libro intenta explorar si estas novelas tienen éxito al intentar llenar las lagunas de la intimidad que los hechos documentados no logran colmar. Además, se pregunta de manera sistemática si esta intimidad ficticia sirve al progreso de un feminismo real. El balance es devastador: lo que vence aquí es la sociedad entre grandes casas editoriales (es sumamente notorio el dominio absoluto de los conglomerados globales en las fuentes primarias) y autores cuya ambición parece limitarse al número de ejemplares que pueden vender sin correr riesgos estéticos ni políticos.

Habitualmente pensamos que la contribución de un libro académico es la de inaugurar un campo. Me parece que igualmente importantes son aquellos que lo cierran. El mayor aporte de Troubled Memories es demostrar, mediante el recorrido de un corpus nutrido, que el género de la novela histórica se ha convertido en zombi. Con esto quiero decir que, aunque está lejos de haberse extinguido, ha dejado de ser pensable. Al menos en los términos de la práctica...