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  • Nota del Editor
  • Alejandro de la Fuente (bio)

Este número marca un hito en la existencia de la revista, que llega al número 50 de su existencia. Ha transcurrido medio siglo desde que Carmelo Mesa-Lago creara lo que inicialmente fue un boletín bibliográfico, dedicado a compilar y diseminar la creciente producción académica sobre la isla. La tarea, entonces, era no solo facilitar el acceso a lo que se publicaba sobre Cuba en distintas latitudes, incluyendo notablemente lo publicado en la propia Cuba, que apenas circulaba en los Estados Unidos, sino facilitar los intercambios entre académicos que, desde distintos espacios e instituciones, intentaban realizar investigaciones serias relacionadas con temas cubanos. El primer número del Cuban Studies Newsletter (diciembre 1970), publicado desde el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Pittsburgh, anunciaba su misión en términos que aunque ya no totalmente vigentes—"to provide comprehensive and timely communication among those interested in Cuban Studies"—siguen informando el propósito central de la revista: desarrollar el campo y construir espacios de colaboración e intercambio entre los "interesados en los estudios cubanos," donde quiera que vivan y trabajen.

Cincuenta años más tarde, la necesidad de construir esos espacios sigue siendo apremiante y urgente, ante el empeño de aquellos que intentan colorear el 2020 con lápices de 1970. Y no hablo solo de la administración de Donald Trump, que naturalmente recela de cualquier actividad intelectual o creativa basada en la pluralidad, el respeto y la divergencia. La administración Trump no es enemiga de los estudios cubanos; la administración es enemiga de los estudios … de cualquier tipo o tema. Es profundamente anti-intelectual, aburrida y carente de curiosidad. Pero también desde Cuba soplan vientos adversos a la producción de conocimientos, un proceso que solo puede florecer cuando hay espacios institucionales seguros y protegidos, en los que es posible articular visiones e interpretaciones dispares o, mejor aún, divergentes. Escuchamos pronunciamientos doctrinarios por parte de autoridades culturales y educacionales cubanas que parecen salidos de los campos de caña del setenta. Como si estuviéramos en plena zafra, la misma que ya una vez condenó al país a un periodo de oscurantismo, intolerancia y estrechez ideológica que no necesitamos repetir. Es imprescindible crear políticas que estimulen el debate y la disonancia, espacios en los que el canje de diferencias genere nuevas agendas de estudio y de investigación. No hay desarrollo del conocimiento sin pluralidad. La zafra es cosa pasada. [End Page ix]

Otra cosa que apenas cambió entre 1970 y 2020 es que el acceso de las colegas y lectores de la isla a la revista sigue siendo limitado y difícil. Aunque el número de cubanos que tiene internet ha crecido en los últimos dos años, la lectura de esta y de otras publicaciones está limitada por el hecho de que las mismas no son de acceso libre y de que las instituciones cubanas no pagan subscripciones a las bases de datos y proveedores digitales (Project MUSE, JSTOR) que las comercializan. Detrás de esto hay dificultades económicas reales, concretas, pero también una falta de cultura de la información, la ausencia de hábitos de búsqueda y de indagación tan necesarios a la producción científica y académica. Cuba estuvo desvinculada de las redes de publicaciones digitales durante décadas y esa desconexión ha terminado por pasar factura, creando limitaciones temáticas y metodológicas a la producción académica de la isla, especialmente en áreas como las ciencias sociales, que frecuentemente investigan problemas y tensiones que las autoridades prefieren ignorar, por incómodas, o descalificar como invenciones enemigas.

Pero el 2020 no es 1970. Es posible y necesario crear ahora caminos de acceso a la revista para nuestros lectores, donde quiera que estén. Cuban Studies quiere ser parte de las conversaciones académicas sobre Cuba y contribuir a las mismas con sus contenidos y propuestas. Nuestro reto fundamental sigue siendo el acceso, un tema recurrente en las reuniones del comité editorial, especialmente para los lectores de la...

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