In lieu of an abstract, here is a brief excerpt of the content:

  • Allá afuera
  • Azucena Galettini (bio)

No me animo a llevar la mano a la nuca: esa humedad que siento, las gotas que se deslizan de ahí a la espalda, lentas y espesas, son sangre; no es la humedad de la bañera. Fueron ellos, sí, ¿pero cuándo me golpearon, cómo fue? ¿por qué no me acuerdo? Tengo que concentrarme. Esos ruidos, por ejemplo. Es la tormenta allá afuera; sí, lo que escucho es la tormenta, no son ruidos de la casa. Quiero incorporarme y mirar por la ventana, comprobar que es la tormenta. El mareo no me deja, la bañadera está mojada y tengo miedo de resbalarme.

¿Cuánto tiempo tengo antes de que ellos tiren abajo la puerta del baño y me agarren? ¿Yo los dejé entrar a la casa o se metieron por la fuerza? Tal vez algún vecino vio algo y llamó a la policía. . . . No; si vieron algo no va a importarles, odian esta casa, desde siempre, y a mí. Será eso de bancarse que un pibe de vein-tidós años sea dueño de semejante caserón, así de golpe. ¿Veintidós años? ¿Por qué dije veintidós, si tengo treinta y seis? Dios mío, es el golpe en la cabeza, seguro. ¿Qué me hicieron? Debería salir de la bañadera, pararme y verme en el espejo. No, el mareo es demasiado fuerte y además, si llego a hacer ruido. . . . Por ahí ellos no saben que estoy acá, quizá logré esconderme sin que se dieran cuenta, por eso no tratan de entrar: me están buscando. Igual no elegí el mejor escondite del mundo, no debo tener mucho tiempo. ¿Por qué el baño, y cómo llegué acá? ¿Por qué no me acuerdo de nada? Me da miedo verme reflejado en las canillas de la ducha. No sé qué temo ver, pero prefiero no averiguarlo. Quiénes son, cómo entraron, por qué hacen esto. Tengo que concentrarme; concentrarme, sí. ¿En qué? En qué me hicieron, eso, qué me hicieron es lo importante. Encontrar la manera de salir de esto, darles lo que quieren.

La desesperación por respirar. Una mano que me aferra la nuca y no me deja sacar la cabeza del agua. Cuando ya casi no tengo más resistencia, cuando me dejo estar, me tira de los pelos hacia arriba y salgo escupiendo agua. No entiendo lo que me gritan, lo que esperan que diga, lo que quieren. Me llevo la mano al pelo. Lo tengo seco. Si eso pasó, no es reciente. ¿Esa falta de aire que siento, entonces? Si no tuviera miedo de hacer ruido sacaría la cabeza por la ventana.

Una bolsa en el cuello, aprietan y aprietan. Se ríen, me llegan las risas en sordina. Tengo que hacer que esto pare, que ellos paren de una vez, pero no me dijeron cómo. Grito “paren” y la bolsa se me pega en la boca, la lengua seca.

¿Será culpa de la casa? La gente del barrio me miraba raro cada vez que decía que había heredado esta casa, que había sido de mi abuelo, al que no conocí. “Sí, mi papá vive —me dijo mamá cuando era chico— pero hacé de cuenta que no. No queremos al abuelo”. Y así dio siempre por clausurado el tema, cada vez que yo preguntaba. Envidiaba a esos chicos con abuelos que les traían regalos y golosinas, los llevaban al cine, al zoológico, a tomar un helado. Pude intuir, igual, que el abuelo que me había tocado en suerte no habría sido así.

¿De qué me sirve pensar en eso, por Dios? Me distraigo, me olvido. Nada de esto sirve. Último recuerdo antes de entrar al baño. ¿Cómo entré al baño? Estábamos con María en uno de los cuartos. . . . Dios mío, María, lo que pueden haberle hecho. No tengo que pensar en eso ahora. Cómo llegué al baño, nada más. Estábamos con María en uno de los cuartos. Yo estaba arriba de ella, nos habíamos...

pdf