Awkan epupillan mew: dos espíritus en divergencia por Antonio Calibán Catrileo (review)

La lucha contra el colonialismo es una lucha que se da, que se debe dar, en muchos frentes. Establecer las conexiones entre esos frentes y un sujetx colectivo que pueda articularlas, es una de las urgencias políticas de nuestros tiempos. Y si de algo podemos estar segurxs es que la lucha contra el colonialismo no es, nunca ha sido simplemente, una lucha contra una fuerza o un objeto externo: el colonialismo penetra en la subjetividad, en el tejido social de nuestras neocolonias, reproduciéndose y generando horizontes de lo posible, de lo pensable, de lo imaginable. En este sentido, la política decolonial no puede ser entendida como la mera negociación y absorción paulatina de demandas de una sociedad civil homogeneizada en los sistemas representacionales liberales que funcionan en este horizonte colonial, sino como la generación de sujetxs colectivxs que sobrepasan la división occidental[izada] humano-no/humano y que demandan igualdad, dignidad, voz y voto en todos los planos de la existencia. Es así que gran parte de la lucha contra el colonialismo se da en el plano cultural, el de los signos, las imágenes, los discursos. El racismo, el especismo, el sexismo, la homofobia, sus violencias y borramientos, son todas fuerzas que conforman el aparato colonial. Entonces, si este sistema capitalista-racistaheteronormativo-humanista va a ser desarticulado, la lucha y la práctica decolonial no solo deben impugnar y denunciar sus extractivismos, sus borramientos, sus aparatos genocidas, sino también hacerlo desde sistemas de pensamiento, escritura y articulación significacional que excedan, que vayan más allá y más acá, de los sistemas de pensamiento occidentales, modernos y modernizadores; más allá de “la razón oxidada de occidente,” como la llama Antonio Calibán Catrileo (77).

El lugar enunciativo de esta lucha, entonces, no es el de lo público—si por lo público entendemos aquel espacio constituido en el binario hetero-patriarcal colonial, donde la experiencia vital de comunidades humanas y no-humanas quedan encubiertas. Desocupar y desactivar los lugares establecidos del discurso y generar otros nuevos que reactiven lugares del silencio, “zonas de no-ser” (Fanon), en nuestros territorios del Sur es crucial en este sentido. El libro, colección de ensayos, tejido-escritural, Awkan epupillan mew: dos espíritus en divergencia (Santiago, Pehuén, 2019) de Antonio Calibán Catrileo es un intento de establecer tal lugar enunciativo; un intento exhaustivo y valiente por lograr tejerlo desde un senti-pensar que deviene de la experiencia y de la colectivización, desde el conocimiento y la práctica de colectivos marginalizados por tales aparatos discursivos. Si el sistema de poder nos habla desde las cifras y la fría información, el trabajo de escritura-tejido de Catrileo, que pone a nuestra disposición su experiencia biográfica con todas sus vulnerabilidades e iluminaciones, genera un aparato textual que intenta tocar aquellas fibras de nuestro colonialismo interno. Es un libro que busca, y logra, con-movernos, zarandearnos e invitarnos a generar una “imaginación política por-venir.”

El trabajo de Antonio Calibán Catrileo ya es familiar para quienes siguen de cerca la actividad teórico-política decolonial en Chile y Latinoamérica. Miembro del lof (comunidad) de investigación-creación artística Catrileo+Carrión, poeta, profesor, tejedora, generador de espacios de discusión y creación en comunidades del Wallmapu y de prácticas colectivas de rehabilitación de saberes mapuche, Catrileo ha tenido un rol activo y persistente en abrir avenidas al pensamiento y la práctica que excedan el aparato colonial de la discusión actual tanto en el Chile winka como en Wallmapu. El trabajo del colectivo en las zonas de Toltén y Neltume y la reconexión que han generado entre estos territorios y la capital del Reyno mediante trabajos como Neltume señala el camino (2016), Famew mvlepan kaxvlew (2017) y otros tantos, son testimonio de ello.

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