Maravillosas de Ana Rossetti. La estirpe femenina de un barrio

Hablaba Paul M. Viejo, en la introducción de La ordenación. (Retrospectiva 1980-2004), el libro recopilatorio de la producción de Ana Rossetti hasta 2004, acerca de la conveniencia, para el lector que quiera adentrarse en la poesía de Rossetti, de aceptar las muchas formas en que se muestra la realidad, pues esta no es exclusivamente una. Esta múltiple forma de presentar la realidad que Viejo veía en su poesía se puede hacer extensible a toda su producción literaria, y se deja notar de manera particular en este breve libro, en el que Rossetti pretende trazar el mapa de un conocido barrio madrileño siguiendo las huellas de las mujeres notables que en él habitaron, como si de un callejero literario de geografía humana se tratase, y contar su historia de otra manera, centrando su punto de vista en ellas. Y mucho cambia la historia del barrio de Maravillas, otrora llamado El Refugio y ahora Malasaña, si se hace desde esta perspectiva, como demuestra el capítulo introductorio, donde la autora narra, por una parte, la historia oficial del barrio y, por otra, como si de una especie de palinodia se tratara, esa misma historia focalizándola en sus mujeres. La historia es la misma, pero es otra, concluimos con la autora.

El trabajo de Rossetti cumple el objetivo requerido por la esmerada editorial "Libros de las Malas Compañías" para su colección "Mujeres", que pretende publicar la historia de distintos barrios madrileños centrándola en sus mujeres. Sin embargo, si usamos la sentencia de Antonio Machado que afirma que la poesía es, en cierto modo, un palimpsesto, diríamos que, aun en prosa, Maravillosas, susceptible de varias lecturas, también lo es. Quizá para un vecino de Malasaña esta solo sea la historia de su barrio, pero, para cualquier otro lector, es un microcosmos, una representación del mundo. Rossetti cuenta una historia particular, pero a la vez universal, pues, como si de un espejo se tratara, las vidas de estas mujeres no son sino reflejos de las de todas.

Rica es la historia del barrio de Maravillas desde que naciera en el siglo XVII. Desde entonces, mujeres de toda clase social y formación hallaron morada en él, desde las verduleras del mercado de San Ildefonso, amotinadas al ver amenazados sus derechos, hasta la infanta Luisa Carlota de Borbón-Dos Sicilias, miembro destacado de la corte de Fernando VII; desde Rosalía de Castro o Emilia Pardo-Bazán, escritoras imprescindibles en todo manual de Literatura Española, a aquellas de obra apenas conocida, como Amalia Domingo Soler; desde Gertrudis Gómez de Avellaneda, renombrada en su tiempo, a Rosa Chacel, que padeció exilio y olvido. De todo hubo en Maravillas, de ahí el carácter paradigmático de su historia, al abarcar la totalidad de la sociedad.

A través de las treinta entradas que conforman su trabajo, Rossetti, mientras recorre las calles del barrio, delineado en mapa de Raquel Angulo, desgrana las vidas de más de una treintena de mujeres destacadas en la lucha por sus derechos o en el ejercicio de la disciplina a la que se dedicaron. Y así, junto a mujeres ilustres como la jurista sufragista Clara Campoamor, van surgiendo otras casi desconocidas como la benefactora Carolina Valentina Mahou o Francisca Burdeos, que, adoptando el nombre de un hermano fallecido, llevó una existencia más plena. Otras vecinas de Maravillas también se ocultaron tras pseudónimos: María de Lejárraga firmaba sus exitosos dramas como Gregorio Martínez Sierra, su esposo infiel; Colombine fue el nombre de guerra de la periodista Carmen de Burgos; como Giulietta Colbrand la soprano Julia Espín recorrió el mundo, siendo ahora más conocida porque, quizá, en su balcón contemplaba con Bécquer golondrinas oscuras, ironiza Rossetti.

No olvida Rossetti a las libreras...