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  • Ciencia/tecnología/sociedad media(lizada) en la poesía española contemporánea
  • Luis Correa-Díaz

Este dossier es un muestrario que parte del entendimiento de que la poesía y la ciencia/tecnología/sociedad media(lizada) siempre van al unísono. Sus contribuciones son lugares textuales donde se perciben las múltiples maneras de hacer un puente que liga a esos mundos cognitivos, productivos y comunicativos. Evidentemente, esta ligazón no es algo nuevo, aunque, en su compenetración actual tan vívida e inevitable, lo parezca para algunos. Es más—y esto sí que es poco usual concebirlo así—, un corolario que nace de este dossier es la tesis de que el poema, que es un objeto concreto (se opone así a la poesía, que no puede salir de su condición abstracta y, por ello, peregrina), es un fragmento de lenguaje (alterado) en una lengua específica y en el quehacer total de la/una cultura. En su entramado metafórico, un poema—como cualquier otra historia en cualquier género que heredamos de alguien que todavía vive o que vivió hace cientos de años atrás—, cuenta a su modo sobre lo que somos en determinado momento y muestra lo que (nos) hacemos. Sin embargo—y esto es lo más importante—, el poema, en sí mismo, es una herramienta tecnológica que, modelada dentro de las posibilidades y gustos de su propio tiempo, creada a nuestra imagen y semejanza, nos enseña a hacer algo, a recordar, a profetizar, a luchar, a pacificarnos, a mirar de cerca y de lejos…, y, por último y sin apelar a una eticidad literaria, un poema nos enseña a amar a 'un' otro y a los otros y al mundo, a las otras vidas, y al cosmos en su pasión sin nombre …

Platón afirmaba en el Menón que "nuestra ciencia no es más que reminiscencia" (555), o sea que nuestros saberes más profundos—y, por necesaria consecuencia, menos empíricos—, tenían un horizonte de referencia en un pasado remotísimo y en el alma antes de su encarnación. En ese mítico y/o simbólico ayer, el conocimiento se veía como una vuelta a un origen X (como, para no apartarnos de esta cita, el platónico mundo de las ideas); sin embargo, [End Page 93] para nosotros ahora, o sea nuestro Platón de hoy diría que "nuestra ciencia no es más que futuridad"—y que quede claro que ya no se trata del mito del progreso tipo siglo diecinueve y posterior. Lo que el fin de siglo anterior—y la verdad sea dicha: desde las Vanguardias, aun si equivocaron el rumbo en algunas cosas—y las pocas décadas ya recorridas del presente nos han enseñado es que siempre hay que "volver al futuro". Si lo tuviera que decir, recordando más o menos a un poeta cubano severo: el Big Bang [que es y habrá sido un modelo de todos modos] ya no existe, está a alrededor de 13.8 billones de años luz; lo que tenemos son sus trazas cósmicas, incluidos sus ecos expansivos, y lo que nos toca en virtud es enfrentar/imaginar nuestro destino en la expansión del Universo y, por supuesto, los misterios cuánticos que están hasta en nuestras entrañas.

Perdonad estas divagaciones (no escribo un manifiesto ni mucho menos aquí), pero creo que la poesía ya no puede refugiarse en otros discursos que no sean los que contemplan las ciencias, la tecnología en su amplio espectro (no olvidando que ella misma, o sea los poemas, que es lo que hay de real en ella), y el curso imparable por ir alcanzando una mayor efectividad en el sueño por la inteligencia artificial (del cual forma parte todo nuestro interactuar comunicacional y "activismo digital" a través de los siempre y más velozmente renovados gadgets que tenemos a la mano). Esto no significa negar a Bécquer en su rima IV, pero sí ponerse a resguardo de que, no bien leída...

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