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  • Quintiliano Y El Prólogo De La Primera Parte De Don Quijote
  • Antonio de Padua Andino Sánchez (bio)

El prólogo de la primera parte es, sin duda, uno de los exponentes emblemáticos de la originalidad y nuevo brío con que Cervantes adorna la primera entrega de Don Quijote:

Bajo el influjo del Manierismo, Cervantes retoma las fórmulas tradicionales y les insufla nuevos aires. Aparecen, entonces, tensiones, ambigüedades, ironía sorpresa, audacia en aras de la originalidad. Desde esta perspectiva, es comprensible el prólogo reflexivo, manierista, de Cervantes al primer tomo del Quijote.

(Cuéllar Valencia 174; énfasis mío)

La crítica tradicional destaca su importancia porque en él se contiene: 1) la apuesta decidida del autor por erradicar los malos efectos de los libros de caballerías; y 2) la modesta pero honrosa confesión del alcance de su formación literaria. Pues, desde Tamayo de Vargas (1624), y durante todo el siglo XIX, se llegó a considerar al autor de las aventuras del caballero de la Triste Figura como "ingenio lego," de un talento intuitivo e inconsciente, sin apenas formación en los estudios clásicos. En este particular, algunos incluso han querido ver tanto la reivindicación de la literatura romance, desnuda y libre de las cadenas de la tradición clásica, como la exaltación del genio creador individual por encima del peso de la cultura literaria en la que está inserto y cohabita. Al menos, así lo han estimado de lo que puede parecer desprenderse de una primera y ligerísima lectura del texto. [End Page 69]

A la credulidad de tan superficial como apresurada interpretación han contribuido, sin duda, la modestia en la expresión, la escena recreada y el actor capital que se introduce en el personaje del "amigo," elementos todos hasta la fecha jamás vinculados a fuente literaria alguna por los hispanistas. Ello ha podido provocar que se haya entendido a veces al pie de la letra, y no en su auténtico sentido, el mensaje que transmite no ya toda la obra en su conjunto, sino el propio texto preliminar, como anticipo y buque insignia de la misma, tal como fue diseñado por su creador.

Desde nuestra perspectiva, considerado casi como un capítulo más de la obra, sin el que no puede apreciarse una visión total y panorámica del conjunto, es en el prólogo donde se produce la mayor compilación de autores clásicos de la primera parte de Don Quijote. Algunos los nombra explícitamente; de otros hace acopio de sus contenidos específicos usándolos como ideario o argumento de presentación.

Empezando por la modestia del autor, hay que entenderla más bien como un recurso retórico, habitual en los autores de la Antigüedad Grecorromana y, sobre todo, regulado y preceptuado por Quintiliano, autor de cabecera para todo escritor, como Cervantes, empeñado en dar a luz obras literarias en lengua romance en una época de auténtica admiración y devoción hacia el Mundo de las Letras Clásicas. Al tratarse de un escritor nacido en la provincia hispanorromana de la Tarraconense, en Calagurris Nassica Iulia, actual Calahorra (La Rioja), tenía cierta prevalencia, sobre todo, por su obra pedagógica, De institutione oratoria conocida en castellano como Instituciones Oratorias, es decir, "Sobre los fundamentos de la Oratoria" (o arte de expresarse adecuadamente), dirigida hacia la producción retórica y literaria.

En efecto, la recomendación de presentarse en el exordio como inferior en talento e insuficientemente preparado aparece claramente aconsejada en Quintiliano:1

Pero lo que más frecuentemente se ajustará al prólogo será no sólo la modestia de las ideas expresadas, sino también de la forma de exponerlas e, incluso, de la voz y del semblante; de modo que, aun en un [End Page 70] asunto nada dudoso, no se debe aparentar en absoluto seguridad alguna […]. Y no con menos atención hay que evitar que resultemos sospechosos por parte alguna, pues lo que menos debe significarse en los comienzos es nuestro interés […]. Es difícil la equidistancia en...

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