Si el sueño no me vence. Revelaciones de un suicidio by Alister Ramírez Márquez (review)

Es imposible que el sueño venza a quien se adentre en la lectura de Si el sueño no me vence. Revelaciones de un suicidio, del escritor colombiano, radicado en Nueva York, Alister Ramírez Márquez. Literariamente, la narrativa de Alister Ramírez, de raíz flaubertiana, se aproxima más a la del peruano Vargas Llosa que a la de sus propios paisanos Alvaro Mutis o García Márquez. Sea como fuere, ya sabemos que en un escritor influyen otros escritores, a quienes lee con asiduidad, a los que vuelve una y otra vez, con una devoción casi obsesiva. Decir realista, hablar de realismo, a estas alturas, es decir muy poco o casi nada. En cualquier caso, y puestos a etiquetar, podríamos hablar de realismo perspectivista, aquel que, partiendo de la realidad (la del autor, claro está), nos la presenta en toda su complejidad, desde diferentes ángulos, desde diferentes perspectivas, desde diferentes tiempos.

Si el sueño no me vence es mucho más que un reportaje, aunque comparta con ese género algunas de sus características. Si lo comparamos por ejemplo con uno de los más conocidos reportajes de García Márquez, Noticia de un secuestro, saltará a la vista la gran diferencia entre ambos textos. En el libro de Ramírez Márquez seguimos no solo las peripecias detectivescas del narrador para averiguar el porqué y el cómo de la muerte de Manuel Patiño, sino también las de su drama personal. El narrador se obsesiona con la muerte de aquel compañero del Batallón Cisneros porque presiente que de esa revelación dependerá el que algún día pueda “sanar por dentro de esas grandes llagas que deja la cultura materna en uno” (231). La escritura tiene pues unos efectos catárticos.Pues de eso se trata, de reconstruir unos hechos que ocurrieron hace más de treinta años.

En varios de los artículos y reseñas que han aparecido ya sobre esta novela el subtítulo brilla por su ausencia. Y sin embargo, es clave para entender el libro: ‘Revelaciones de un suicidio’. Revelar, después de haber investigado, las circunstancias que concurrieron en la muerte del soldado Manuel Patiño, hijo del hacendado Roberto Patiño, un chico raro, tímido, a quien le gustaban la lectura y las armas de fuego. Los altos mandos militares dijeron que su muerte había sido un accidente: que a un soldado que limpiaba su rifle se le había escapado el disparo. ¿Pero si fue un accidente, por qué se empecina la curia militar en silenciarlo? Por otro lado, el médico forense dictaminó que había sido un suicidio, y a eso había que atenerse. El mismo don Roberto, su padre, experto en armas y conocedor de su poder destructivo, examina la trayectoria del proyectil, y se convence de que nadie había matado a su hijo, ni intencional ni inintencionalmente. Pero si Manuel se suicidó con el revólver que el padre guardaba como luctuosa reliquia, ¿cómo es que en ningún momento se nos aclara si esa arma fue encontrada junto al cadáver del joven? Por otra parte, siendo soldado, qué necesidad tenía Manuel del revólver de su padre para matarse, a menos que lo hiciera como evocación de la muerte de su abuelo con esa misma arma. Será el lector quien tendrá que llegar a sus propias conclusiones.

En el diario de Manuel, que doña Margarita entrega al narrador, su fascinación por las armas de fuego –como la de su padre don Roberto– es más que evidente. En este diario del suicida (si es que se suicidó) hay una frase que podría esclarecer las causas de su depresión y de su muerte...