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  • Introducción:Vecindad, asimetría y vínculos polémicos: tráficos, flujos e intercambios en la relación México-Estados Unidos, 1821–1940
  • Marcela Terrazas y Basante (bio)

"Si 'ningún hombre es una isla', lo mismo es cierto para los países, aun para aquellos que tratan de construir murallas chinas, ya sea a través de las suaves colinas de la Mongolia Interior, por la ribera occidental del río Jordán o en las áridas tierras del sur de California", dice Alan Knight, instándonos a trascender los límites de la historia nacional y a conocer a "los otros". Tal conocimiento, afirma, permitiría incluso comprendernos mejor a nosotros mismos.1 Pero la convocatoria va más allá. Se trata de estudiar el vínculo con el otro, especialmente si con él se comparte una frontera. Existen buenas razones para observarlo y comprenderlo: el hecho de que todo país produce efectos sobre otros países y que ese proceso es recíproco, lo cual resulta aún más marcado en el caso de naciones vecinas.

Estas consideraciones básicas nos sirven de punto de partida para estudiar la historia de una vecindad particular, la vecindad de dos países profundamente asimétricos en cuanto a riqueza, demografía, poder y presencia internacional: México y Estados Unidos. Las relaciones entre ambos se singularizan por esos dos rasgos: vecindad y asimetría. Ahora bien, debe tomarse en cuenta que la marcada disparidad económica, la desigualdad de poder, la desproporción [End Page 135] poblacional y la diversidad cultural, no anulan el efecto mutuo generado por la vecindad. Asimismo, conviene considerar que la asimetría y la proximidad geográfica, aun si tienen un carácter permanente, cambian a través del tiempo, y que ambas han gravitado en la formación y consolidación de los respectivos Estados nacionales. Vecindad y asimetría, pues, definen la relación entre Estados Unidos y México. Sin embargo, ninguno de ellos es una entidad monolítica o unitaria, sino colectivos complejos plagados de fisuras y contradicciones internas. Esta condición ha sido frecuentemente aprovechada por México al momento de negociar con el país del norte. Asimismo, ha constituido el motivo de una interacción crecientemente intensa, tal como se aprecia al revisar la historia del vínculo entre Estados Unidos y su vecino del sur.

Así, si bien la enorme desproporción en materia de economía, poder y peso internacional de las dos repúblicas constituye una realidad, y el influjo de Estados Unidos puede ser dominante, no debe olvidarse que la relación es recíproca y dialéctica. Aunque la riqueza, la demografía y el alcance estadounidense en el ámbito internacional resulten apabullantes en relación con México, la asimetría no funda una ley inmutable, sino que tiene proporciones inciertas y variables. Dicho de otra forma: la disparidad de riqueza, población y otros recursos no necesariamente ofrecieron a Estados Unidos los instrumentos para lograr que su contraparte mexicana cediera ante problemas de la agenda binacional que no podían resolverse mediante la opción militar. En consecuencia, la gran interrogante reside en la pregunta: ¿cúal es el contorno del impacto recíproco?

Knight también nos recuerda que el comercio, la inversión, la diplomacia, la migración, el turismo, el contrabando, el crimen, la cultura y la guerra son canales a través de los cuales los países influyen sobre terceros. En este sentido, la cercanía geográfica entre los dos países—de nuevo, la vecindad—ha sido un factor decisivo para facilitar flujos, tráficos e intercambios legales e ilegales entre México y Estados Unidos (no sólo los fronterizos). Muchos de estos movimientos provocaron fricciones e incluso violencia entre vecinos y/o gobiernos nacionales o estatales a lo largo de más de un siglo. Además, esta circulación comprendió el ir y venir de ideas e información que traspasaron los linderos nacionales.

Ahora bien, el rastreo de las prácticas de comercio, así como del flujo y tráfico de seres humanos y mercanc...

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