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  • Una nueva dama para el teatro áureo:el erotismo de Belisa en El acero de Madrid1
  • Julián González-Barrera

Dentro del canon de Lope de vega, apenas un escalón por debajo de las grandes obras maestras, suele mencionarse una de las comedias más glorificadas por la crítica en los últimos veinte años. Circunstancia curiosa, dicho sea de paso, pues la acción presenta innegables fallas estructurales, que necesitarían lugar, debate y discusión aparte. Nos referimos, por supuesto, a El acero de Madrid.2

Considerada como un paradigma de la mejor comedia urbana que se representaba a principios del siglo xvII, nuestra obra se publicaría en 1618 dentro de la Oncena parte de las comedias de Lope de Vega Carpio, aunque cabe pensar que estuviera compuesta mucho antes, entre 1608-1612, si atendemos a Morley y Bruerton (273–74).3 Poco más se sabe, pues ni se conserva el manuscrito autógrafo4 ni ningún otro documento concerniente a su eventual puesta en escena.5 [End Page 73]

El acero de Madrid es una prototípica comedia urbana, pues se caracteriza por un perfil escenográfico donde abundan las escenas exteriores y donde se detalla con nombres de calles y espacios la geografía urbana en cuestión (oliva 23). Como bien indica el título, se trataría de una obra de ambientación madrileña donde, como en tantas otras, la villa y Corte sirve de locus amoenus para un relato ligero de intrigas, engaños y malentendidos amorosos. Una comedia de capa y espada al uso, que preconiza algunos rasgos que trufarán el género más allá incluso del llamado "Ciclo Lope". No obstante, al respecto, el profesor Arellano ya avisaría de que estaríamos ante una comedia de corte cómico, donde

se produce una implicación gradual de la mayoría de los personajes, de tal manera que el supuesto código riguroso y ultra ético se diluye en un nuevo decoro . . . que admite no solo a los nobles ingeniosos y burladores, sino también, y con harta frecuencia, a los nobles ridículos.

(105)

Una observación muy pertinente, pues justificaría uno de los elementos más llamativos de El acero y que rara vez los estudiosos ponen sobre la mesa: lo provocativo, acaso escandaloso, del argumento, al menos para la observancia contrarreformista. Una trasgresión cuyo epítome sería la protagonista de la historia. No habría que olvidar que la aventura amorosa de Belisa termina en embarazo, peripecia harto infrecuente en las comedias de Lope.6 Una línea roja que posiblemente se cruza para cumplir con la tradición popular de la falsa opilada. Cantan los músicos:

Que salgas tan de mañanacon tal cuidado me espanto;estoy por decir por tieso que comes no es barro,pues madrugas y no duermesy andas por mayo en el campo,o tienes amor o comes barro.

(vega 373)

Si prestamos atención a sus parlamentos, nuestra dama no demuestra recato o pudor alguno,7 replicando con sorna a cada corrección de su tía. Una impertinencia o falta de decoro que iría más allá de aquella "audacia e insinceridad" que mencionaba Juana de José Prades para definir el arquetipo: 8 [End Page 74]

Teodora

¿Cómo miraste aquel hombre?

Belisa

¿No me dijiste que viera

sola la tierra? Pues dime,

aquel hombre, ¿no es de tierra?

(300)9

Una desenvoltura verbal que le lleva incluso a emplear el lenguaje de germanías para mostrar su desagrado con la vigilancia de su celosa guardiana. Algo impropio para una dama de sangre azul:

Teodora

Ya caíste. Irás contenta

de que te dieron la mano.

Belisa

Y tú lo irás de que tengas

con qué pudrirme seis días.

(302)

"Pudrir" era vocablo de germanías, como atestigua María Inés Chamorro en su Tesoro de villanos (v. pudre), con el sentido metafórico de "consumir, deshacer y molestar a otro, haciéndole llevar con impaciencia y demasiado sentimiento alguna cosa" (Autoridades).

Por si...

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