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  • Nota del editor:La estación de Harvard queda abierta
  • Alejandro de la Fuente

Este número está dedicado en su totalidad al vibrante movimiento afrocubano. El número nació de la reunión, "El Movimiento Afrocubano: Activismo e Investigación. Logros y Desafíos," que se realizó en la Universidad de Harvard el 14 y 15 de abril del 2017. Patrocinada por el Instituto de Investigaciones Afrolatinoamericanas de la Universidad de Harvard (ALARI, por sus siglas en inglés), esta reunión tomó forma y adquirió contenido en conversaciones e intercambios con múltiples actores involucrados en la producción de conocimientos en temas ligados a la justicia racial, desde el activismo y la academia. En ese sentido, se trata de un número especial, que hemos pensado como una fuente primaria de consulta futura, que intenta recoger las experiencias y preocupaciones del movimiento afrodescendiente cubano. Los textos han sido editados, pero hemos intentado respetar las voces individuales de los participantes.

Nuestra intención era ser incluyentes en la medida de lo posible y reflejar la variedad temática y metodológica del movimiento, que ha crecido en muchas e interesantes direcciones en los últimos años, abriendo espacios, proponiendo iniciativas, articulando nuevas redes e interlocuciones. Entre los participantes había proyectos culturales y de empoderamiento local; iniciativas comunitarias; organizaciones sensibles a la interseccionalidad a partir de criterios de género, credo y sexualidad; organizaciones que brindan servicios especializados; plataformas virtuales y de difusión; el movimiento hip hop, pionero en las luchas contemporáneas contra la discriminación racial; así como organizaciones dedicadas a luchar contra la discriminación y a reivindicaciones ciudadanas desde la perspectiva racial. Invitamos también a un grupo de empresarios afrocubanos que han logrado sortear las vallas racializadas del emergente sector privado cubano, para que compartieran con nosotros sus experiencias y saberes.

Fuimos menos exitosos en otros frentes. Aunque intentamos incorporar iniciativas desde otras regiones del país, la inmensa mayoría de los participantes reside en la capital y el evento giró, en lo fundamental, alrededor de los esfuerzos de organizaciones y proyectos habaneros. Invitamos a la Comisión Nacional José Antonio Aponte, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, a participar, pero no lo hicieron. La comisión es lo más cercano a una estructura estatal dedicada al tema del racismo y la igualdad, y en todas las consultas previas su participación fue mencionada como necesaria, o al menos deseable, dado que la misma representa una plataforma de interlocución con el estado, [End Page 16] un camino para interactuar con autoridades e instituciones que de otra forma preferirían no hablar del tema. Siguiendo la misma lógica, decidimos no invitar a grupos opositores del gobierno, de la mal llamada disidencia—una etiqueta que presupone que las posiciones oficiales reflejan opiniones consensuales, o coincidencias, en el resto de la sociedad. El más conocido (pero no el único) de estos grupos es el Comité Ciudadanos por la Integración Racial (CIR), que es frecuentemente caracterizado desde la oficialidad como un grupo al servicio de intereses extranjeros y de cosas aún peores. Invitar al CIR implicaba excluir a la Comisión Aponte algo que, en el enrarecido escenario ideológico cubano, equivalía a adoptar una posición de clara oposición al gobierno cubano. Al final, no participaron los unos ni los otros. Desde algunas plataformas virtuales, especialmente desde Diario de Cuba, fuimos criticados por ello. Debo decir que es una crítica justa y productiva, que no me interesa desvirtuar. Una invitación útil a meditar temas difíciles sobre los mecanismos de inclusión, exclusión, pragmatismo y convocatoria que por definición implica la realización de un evento como este. Pero más allá de cualquier consideración abstracta, hay que admitir con toda claridad que el resultado final fue el peor posible. Excluimos al CIR y otras organizaciones de ese perfil para mantener abierta una puerta de diálogo con las instituciones estatales, pero fracasamos. El estado nos dio la espalda.

De hecho, las autoridades cubanas decidieron no apoyar la asistencia de activistas y académicos a la reuni...

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