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  • La Andalucía de Caballero Bonald y de Quiñones: Un viaje de ida y de vuelta
  • Conxita Domènech
Cordero Sánchez, Luis Pascual. Caballero Bonald y Quiñones: Viaje literario por Andalucía. Madrid: Verbum, 2016. 232 pp. ISBN 978-84-9074-373-7.

Aunque José Manuel Caballero Bonald (1926–) y Fernando Quiñones Chozas (1930–98) pertenecen a los llamados “niños de la guerra” o, mejor dicho, a los “adolescentes de la posguerra”—por obvias razones cronológicas—, el vínculo de los dos escritores se consideraría sobre todo geográfico. Andalucía resonará por toda la obra literaria de dichos autores y constituirá el punto de partida, y también de llegada, del presente volumen escrito por Luis Pascual Cordero Sánchez. Caballero Bonald y Quiñones: Viaje literario por Andalucía expone los estereotipos que se fomentaron sobre Andalucía durante el franquismo, y la labor de los dos autores de despojar a esta comunidad autónoma de una imagen básicamente folklórica. Esta imagen fue propagada a partir de la literatura y del cine durante las décadas de los años 40, 50 y 60 con Cármenes, Hermanas San Sulpicio, niños prodigio y una Carmen Sevilla que anunciaba electrodomésticos y refrescos de cola. Así, Caballero Bonald y Quiñones se convierten en los protagonistas del libro de Cordero Sánchez, pero siempre junto a la otra gran protagonista: Andalucía.

Cordero Sánchez ofrece cinco capítulos que estudian los temas recurrentes compartidos por Caballero Bonald y por Quiñones, y que giran en torno a la tierra natal de ambos. Un primer capítulo introductorio y general presenta al lector/a el concepto de Andalucía y de lo andaluz. El autor explica cómo se construyó la deseada España unida y centralizada de Francisco Franco. A la lengua castellana y a la religión católica se le daría un toque folklórico con el nacional-flamenquismo. Alberto Egea Fernández-Montesinos pinta con palabras la perfecta España de la dictadura: un cuerpo de bailaora de flamenco con un alma secular de castellano viejo. Sin embargo, la Andalucía de la dictadura difiere mucho de la “gracia” flamenca que se le otorga: un pueblo frustrado por la opresión del caciquismo y de los terratenientes o de los señoritos en busca de un cambio hacia una sociedad más justa con bienes mejor repartidos. Caballero Bonald también cuestiona la homogeneidad que se le atribuye a Andalucía: “¿Qué tienen en común un serrano cordobés y un pescador gaditano, un aceitunero jienense y un viñador malagueño, un minero onubense y un segador granadino, un marismeño sevillano y un hortelano almeriense?” (40). [End Page 162]

Además de escritores, Caballero Bonald y Quiñones fueron notables flamencólogos y, por ello, Cordero Sánchez dedica el segundo capítulo de su libro al flamenco. Junto a la censura y a la represión, Franco debía entretener al pueblo para mantenerlo a raya a través de una falsa alegría. El flamenco se estableció como la solución idónea ya que ofrecía simultáneamente entretenimiento popular y propaganda política. Los dos escritores se dedican a borrar la imagen orientalizada, romántica y estereotipada de Andalucía y, a la vez, sitúan al flamenco dentro de la alta cultura, despojándolo de su condición de manifestación cultural popular doméstica y dejando atrás clichés y olés. Asimismo, Caballero Bonald y Quiñones comparten otros temas y otros motivos en íntima relación con la Baja Andalucía. El viento y el mar reaparecen en la narración de estos escritores. No obstante, en el tercer capítulo se profundiza en otros tres elementos recursivos de los dos autores: el toro, el caballo y el vino. La tauromaquia, al igual que el flamenco, protagoniza la fiesta española por antonomasia. El toro deja de ser solo andaluz y se establece como el símbolo de España. El caballo también forma parte de las raíces andaluzas, e...

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