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  • "Episodio de la naranja dulce..." de Agustín Yáñez:Performance de una despedida1
  • Noé Blancas Blancas

Introducción

El cuento "Episodio de la naranja dulce y los adioses" (Yáñez 61–67) narra la historia de un niño que, en vísperas de cambiarse de casa, juega por última vez con sus vecinitos a la ronda "naranja dulce":2

Naranja dulce, limón partido,dame un abrazo que yo te pido.Si fueran falsos mis juramentos,en otro tiempo se olvidarán.

Toca la marcha, mi pecho llora,adiós, señora, yo ya me voy

(63).3

Antes de jugar, él se ha sentado en la banqueta junto a María de la luz, de quien está enamorado, intentando platicarle su tristeza por la despedida, pero tras "un largo silencio en que yo no hallé cómo decirle que me voy a cambiar" (62), ella se levanta y se incorpora a la ronda. Él la sigue y gana el centro de la rueda. En el momento en que debe abrazarla–para indicar que es el turno de ella para pasar al centro–, sin sentirlo, la estrecha excesivamente. En eso, llegan el padre y el hermano de María de la luz y los separan: "ora lo verás, vago bribón; te voy a enseñar a jugar como los hombres" (64), le dicen. Llega después la policía y sólo gracias a la intercesión de un amigo de su padre el chico evade la "boruca" y vuelve a su casa con una enorme tristeza, sabiendo que no podrá olvidar a María de la luz.

Resulta evidente desde el primer momento que la ronda y el cuento comparten el "elemento temático" de la despedida.4 "Adiós, señora, yo ya me voy", concluye [End Page 257] la ronda, con una vaga esperanza en el retorno, por cuanto se alude a "juramentos" que, de ser falsos, "se olvidarán"; quizá el que parte jura volver. El abrazo que se solicita en el inicio es entonces un abrazo triste, de despedida; y la solicitud es desesperada, ya que no sólo dice "dame un abrazo", sino que reitera: "que yo te pido". El relato de Yáñez cuenta también una despedida que se materializa en un abrazo.

Las implicaciones de estas correspondencias actanciales son profundas, por cuanto la ronda, en tanto lírica infantil, demanda una ejecución, es decir, posee un carácter dramático e incluso performativo; y este carácter se replica en los aspectos actancial, narrativo y estilístico del relato de Yáñez.

La ronda infantil como motivo principal del relato es un recurso común a los cuentos que conforman el libro Flor de juegos antiguos, al que pertenece "Episodio de la naranja dulce y los adioses".5 un niño, siempre narrador y protagonista, juega una ronda, como en "Episodio de María Blanca", o "Episodio de la naranja dulce y los adioses"–que aquí analizamos –; o la recuerda, como en "Episodio en la huerta del toro toronjil, abriendo la rosa y cerrando el clavel" en medio de la fiebre; o sólo la imagina, como en "Episodio de las hebritas de oro". Ya sea en los niveles estructurales, narrativos o estilísticos, las rondas determinan en gran medida los relatos en sus dimensiones actanciales y narrativas.

Cuando, como en el relato que nos ocupa, las rondas infantiles no sólo se recuerdan o imaginan, son citadas no sólo para cantarse sino para ser ejecutadas o representadas. Al cantar "naranja dulce" los niños representan la despedida a la que se alude; y la despedida ocurre en cada ejecución. De manera que el texto es sólo una parte del juego: aprender la ronda implica aprender no sólo el texto sino también los roles.6 El texto no es todo el juego, pero memorizarlo implica también memorizar el juego. Al mismo tiempo, el texto es también el depositario de este juego, con lo que ya no es sólo un texto, sino también el disparador de la representación.

El protagonista del cuento también...

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