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  • Brevísima relación de la fundación de la American Association of Teachers of Spanish (1915–17) y su revista Hispania (1917)
  • Lorena Albert Ferrando

“En el umbral” de la institucionalización del hispanismo norteamericano, Lawrence A. Wilkins, primer director de la American Association of Teachers of Spanish (es decir, sin incluir el portugués hasta 1944) cerraba su intervención en el número organizativo de la revista Hispania con un “Todos a una” que, simbólicamente, articulaba el significado fundacional de esta asociación pionera en los estudios de lengua y cultura española en Estados Unidos.

Según relataba el propio Wilkins, la creación de la AATS se remonta a una reunión de 1915 presidida por Dr. Harry Erwin Bard, secretario de la Pan-American Association (organismo que, desde 1910, velaba por “the promotion of the sentimient of brotherhood among the American nations” [Pan-American Union 1910: 713] y en la que se leyó una carta de apoyo del reputado Ramón Menéndez Pidal), a la sazón académico de la lengua y director del madrileño Centro de Estudios Históricos, institución científica de 1907 en la que se proyectaron las ansias regeneracionistas de una elite intelectual que buscaba compensar el atraso y la atonía en que se hallaba postrada la Península después de que en 1898 se hubiera puesto definitivamente el sol. A la cabeza de este organismo dependiente de la Junta de Ampliación de Estudios, el coruñés Menéndez Pidal, partiendo de la identificación fichteana entre lengua y matriz nacional, desarrolló la filología como ciencia con la que apuntalar la construcción del moderno Estado español (Faber 2008; Resina 1996, 2009). De su propuesta, basada en la sublimación de la unidad de la lengua culta ante el desmembramiento colonial y la pujanza de los llamados nacionalismos periféricos, da buena cuenta el artículo “La lengua española”, que, no por casualidad, abría el primer número oficial de Hispania estableciendo que las distintas variedades lingüísticas y culturales hispanoamericanas no eran sino variantes de un elevado conjunto en el que podía observarse “la unidad esencial de todas dentro del patrón literario” (R. Menéndez Pidal 1918: 11).

Al decir de Lawrence Wilkins, en 1916 se produjo un segundo encuentro en el que se aprobó una constitución preparada de antemano y se eligió a presidente, vicepresidente, tesorero y secretario. Se contactó con el catedrático de Salamanca Federico de Onís, delegado de la Junta de Ampliación de Estudios en Estados Unidos y que, a sugerencia del mecenas hispanófilo Archer M. Huntington, había sido llamado por el rector de Columbia, Nicholas Murray Butler, para impulsar los estudios hispánicos en la universidad neoyorquina (Ruiz-Manjón 2014). No resulta sorprendente, así, que tanto esta cita como la siguiente de 1917 se celebraran en la Hispanic Society of America, repositorio del patrimonio cultural español en los Estados Unidos fundado en 1904 por el millonario heredero que, “quite unexpectedly” (Wilkins 1917: 2) y acompañado del embajador de España en Washington, Juan Riaño y Gayangos, asistió a la cita de 1916.

Huntington mantuvo a lo largo de su vida estrechos vínculos con los intelectuales españoles y, en particular, con los institucionistas, a quienes les unía una misma visión del potencial regenerador de la educación: colaboró con Menéndez Pidal y respaldó económicamente su recopilación de poesía épica y, según se comentó más arriba, tuvo un papel determinante en la [End Page 15] selección de Onís para liderar la renovación de los estudios hispánicos en Columbia University (Codding 2002; Moreno Luzón 2014). Su acompañante a la reunión de la AATS, Juan Riaño y Gayangos, provenía de una familia íntimamente conectada con el institucionismo: su padre, el historiador de arte Juan Facundo Riaño y Montero, fue amigo personal de Francisco Giner de los Ríos y fue clave en la revalorización de los estudios artísticos en el programa educativo...

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