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  • Lucanamarca, el genocidio y la violación sexual en La sangre de la aurora
  • April M. Knupp

La presencia del genocidio en la literatura moderna de Perú ha surgido como leitmotiv después del conflicto armado entre el Estado y Sendero Luminoso (1980–2000), ya que ha afectado profundamente las vidas de miles de peruanos. Por consiguiente, son varios los autores peruanos de la nueva generación que, de maneras diferentes, muestran los efectos negativos de la violencia de esa época en sus obras, tales y como Raúl Tola en su libro de cuentos Toque de queda (2008), y Marie Arana en su novela Lima Nights (2009). Entre esta nueva generación de autores, también se destaca Claudia Salazar Jiménez, que, en su primera novela La sangre de la aurora (2013), expone la violencia extrema durante el conflicto, con el eje fundamental siendo la violencia sexual hacia la mujer.

Ya por definición el genocidio no se limita a la matanza de un grupo de personas sino que también incluye la tortura, la mutilación y la violación sexual. En su artículo "Genocide and the Politics of Rape", Adam Smith aporta la idea de que la violación sexual "…can be a policy deliberately chosen to humiliate, intimidate, and demoralize a victim group, making resistance to genocide more difficult" (83). A través de la focalización de tres mujeres distintas, la narrativa de Jiménez expone esta tendencia, que se halla a lo largo de la narración. El núcleo entonces de La sangre es sostenido por las historias de los tres personajes femeninos y la violación sexual de cada una, cuyas historias eventualmente se entrelazan, y muestran los efectos de esta violencia.

El conflicto armado, Lucanamarca, y el genocidio en Perú

El conflicto armado que tuvo lugar entre 1980–2000, legó 69.280 víctimas e impuso una violencia desencadenada por Sendero Luminoso, una guerrilla comunista, con afiliación marxista, leninista y maoísta con base en la región de Ayacucho (La Comisión n.p.). Una de las tácticas de Sendero Luminoso fue "una violencia extrema y de eliminación sistemática de las autoridades locales tradicionales y de los dirigentes populares" (Boutran 235). En 1983, hubo una masacre en Lucanamarca, un pueblo pequeño en la provincia Huanca Sancos, el cual fue el primer ataque por Sendero: [End Page 83]

La Comisión de la Verdad y Reconciliación concluye que el 3 de abril de 1983, miembros de la organización subversiva Partido Comunista del Perú -Sendero Luminoso incursionaron en el distrito de Santiago de Lucanamarca con el propósito de aniquilar a su población, por haberse rebelado contra esa organización. La acción fue decidida y planificada por la Dirección Central de 51 Sendero Luminoso a cargo de Abimael Guzmán Reynoso, y ejecutada por la Fuerza Principal del Comité Zonal Cangallo-Fajardo. La muerte de las sesenta y nueve víctimas se produjo cuando se hallaban bajo un total estado de indefensión y desventaja, en circunstancias que les resultaba imposible defenderse o resistir y que no constituían en modo alguno amenaza a la vida o la integridad de los citados elementos subversivos.

(La Comisión 51)

Durante esa masacre, la mayoría de las víctimas eran jóvenes indefensos y 18 víctimas eran niños y 11 víctimas mujeres (51). Desafortunadamente, una de las tácticas violentas más comunes del conflicto fue la violación y la tortura de las mujeres. Sin lugar a dudas, si bien Sendero abusó de sus víctimas femeninas, las fuerzas armadas del Estado igualaban aquella violencia. De hecho, Jelke Boesten sostiene que el Estado probó ser responsable de la mayoría de los actos de violencia sexual perpetrados durante el conflicto (363). De toda la violencia de género reportada a la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, 83,46% de las víctimas eran mujeres, y la mayoría mujeres indígenas (Bueno-Hansen 299).

Los estudios del genocidio se han desarrollado en la última década, poniendo énfasis en la violencia contra las...

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