Mujeres puertorriqueñas: alertas y combativas

Marta, Mayra e Ivania: asesinadas y criminalizadas

El 8 de diciembre de 2014 Marta Rivera Torres, de treinta y ocho años, y Mayra Torres Cuevas, de cuarenta y siete años, fueron encontradas asesinadas en una carretera del municipio de Arecibo, en la zona norte de Puerto Rico. Las primas habían salido a hacer ejercicios cerca de las 6:00 a.m. Sus cuerpos desnudos presentaban varios impactos de bala. Según informes estadísticos de la policía, en esa área hay veinticuatro ofensores sexuales registrados.

El 8 de febrero de 2015 la cantautora Ivania Zayas, de treinta y ocho años, fue arrollada por un conductor que se dio a la fuga. El director de la División de Homicidios del Cuerpo de Investigaciones Criminales de San Juan, Félix Bauzó, cuestionó la dignidad de Ivania a través de unas expresiones desacertadas que emitió a la prensa: "Tenemos que investigar qué hacía una dama a esa hora cruzando esa avenida". En respuesta, cientos de mujeres se tomaran fotos en la calle usando el hashtag #AndandoLaCalleSola.

La discusión de los trágicos sucesos reveló que los cuerpos de las víctimas se convirtieron en victimarios. A las mujeres asesinadas, se les considera provocadoras y seductoras; se cuestiona la presencia del cuerpo femenino en los espacios públicos. En Puerto Rico, hay una insistencia recurrente por controlar los espacios y los cuerpos (Martínez-Vergne 1999).

Ausuba: ¿Mujeres colonizadas? ¿Cuerpos decolonizados?

En la puesta en escena de la bomba, se hacen eco las prácticas de inequidad de género que predominan en Puerto Rico. La bomba es un espacio sexualizado donde lo femenino se cosifica en contraposición a la hipermasculinidad explícita. Tradicionalmente, las mujeres bailan en faldas; los hombres tocan los instrumentos. Según Carlos Álamo-Pastrana, la bomba se utiliza y se experimenta de forma diferente por sus ejecutantes femeninos y masculinos (2009, 573). Basta con echarle un vistazo a la dinámica entre la posición privilegiada y protagónica de los hombres músicos—tocando los tambores de bomba—que determinan la intervención de la mujer. En ocasiones, la mujer tiene un rol limitado en el baile de bomba. A ésta, le toca enfrentarse a los músicos y al tambor que la retan y marcan sus pasos de baile.

Aunque reconoce la disparidad entre géneros, Álamo-Pastrana señala que el rol de la mujer bombeadora ha evolucionado hoy día en Puerto Rico:

Mientras los hombres bailarines de bomba utilizan la oportunidad de bailar como una salida para representar masculinidades disidentes en la esfera pública, a las mujeres también se les permiten ciertas formas de agencia y creatividad que han sido pasados por alto o que tradicionalmente les fueron negadas.

(2009, 594)

El grupo femenil Ausuba, compuesto por seis mujeres—una cantadora que toca la maraca, una corista, una tocadora del cuá y tres tocadoras de barriles—representa una de las formas en las que las mujeres han combatido la inequidad de género en la bomba puertorriqueña. No se trata únicamente de un sexteto de mujeres juntas en una tarima tocando los tambores y bailando rítmica y coordinadamente; además, cantan sus propias composiciones concebidas desde la óptica femenina. Al son de la bomba, Ausuba canta:

Que no, que no, que noYo no puedo ser sumisa.Que no, que no, que noporque vengo de Loíza.¹

Intentó acabar conmigo.Intentó, pero no pudo.Conmigo nunca han podidosi yo estoy hecha de ausubo.

No me mande a callar.No me mande a sentar, usted.Cuando empieza la bomba,no me puedo aguantar, mi bien.

Tú dices que tú me quieres.No me quieres na'.Si en verdad tú me quisieras,no me engañarías más.

Sin duda, las letras retratan situaciones contemporáneas, sobre todo, temas de empoderamiento de la mujer. Por ejemplo, en la canción "Porque vengo de Loíza" (Shanti 2013), que canta la tocadora...