- Cámbiame:Una fábrica de psicoterapia nacional e interseccional
By exposing the socio-psychological implications and mechanismus of television, often operating under the guise of fake realism, not only may the shows be improved, but, more important possibly, the public at large may be sensitized to the nefarious effect of some of these mechanismus.
(Theodor Adorno: "How to look at television", 1954).
Desde el principio de la historia de la televisión, ésta ha resultado inquietante para algunos filósofos. Esa pantalla boba que preside casi todos los hogares y a la que le dedicamos una buena dosis de nuestra rutina diaria, no ha sido, sin embargo, objeto privilegiado de los estudios culturales ibéricos. Quizás sí algunas series con narrativas ingeniosas, con reconstrucciones históricas o adaptaciones de obras literarias hayan merecido atención (Maxwell, Smith, Corbalán), pero no lo han hecho tanto reality shows y concursos. Sin embargo, es necesario tomar en cuenta la existencia de artefactos más comerciales y menos ambiciosos artísticamente desde los estudios culturales, porque precisamente esos programas pueden servir como termómetro social en nuestro espacio-tiempo para hacernos reflexionar sobre cómo porcentajes significativos de la sociedad están percibiendo la realidad, lo que se traduce muchas veces en actitudes sociales determinadas, y hasta en decisiones políticas de mayor envergadura. Me interesa entonces reflexionar aquí sobre las formas en que la televisión, como dispositivo hegemónico mediático, puede gestionar los afectos y la visión de las dinámicas de poder. En este contexto, me propongo estudiar el programa diario de Tele5 y Mediaset Cámbiame, para ver de qué forma éste se presenta como un artefacto aparentemente interseccional de empoderamiento, al dar visibilidad a participantes del colectivo LGTB y que viven en la precariedad, aunque la [End Page 163] agencia que lo produce es una de las más poderosas en los medios de comunicación de españa en la actualidad. Esta es una actualidad marcada por la desigualdad, la velocidad que confronta el capital y la información, y las violaciones a la libertad de expresión que está sufriendo el país en los últimos años – sobre lo que volveré más adelante.1 En este artículo pretendo desentrañar de qué material está formada la ambigua posición ideológica de un programa tan exitoso como Cámbiame en un sociedad en crisis.2
Guy Debord señalaba ya en 1967 algo significativo en el octavo punto de La sociedad del espectáculo:
No se puede oponer abstractamente el espectáculo y la actividad social efectiva. Este desdoblamiento se desdobla a su vez. El espectáculo que invierte lo real se produce efectivamente. Al mismo tiempo la realidad vivida es materialmente invadida por la contemplación del espectáculo, y reproduce en sí misma el orden espectacular concediéndole una adhesión positiva. La realidad objetiva está presente en ambos lados. Cada noción así fijada no tiene otro fin que su paso a lo opuesto: la realidad surge en el espectáculo, y el espectáculo es real. Esta alienación recíproca es la esencia y el sostén de la sociedad existente.
(Debord)
De esta forma, Debord indicaba cómo el espectáculo, en este caso televisivo, se alimenta de la realidad y, a su vez, produce realidad. Sin embargo, tal como años antes había destacado Walter Benjamin, "mientras lo auténtico mantiene su propia autoridad frente a la reproducción manual, a la que por lo regular se califica de falsificación, no puede hacerlo frente a la reproducción técnica" (43). Y aún más, seguía escribiendo el filósofo alemán ya en 1935, la reproducción técnica puede resaltar aspectos que en el original no son accesibles a la mirada humana. De esta forma, en los reality shows esa retroalimentación es aún más elocuente, y puede ser más manipulable. Todo con objetivos precisos, la realidad es puesta en escena a modo de espectáculo, pero destacando elementos que verifican su supuesta autenticidad gracias al trabajo de la c...