Yucatán: Potencia teatral en el país Muestra de Teatro Nacional, San Luis Potosí, 2016

Ante la diversificación curatorial elaborada minuciosamente por la dirección artística en por lo menos las tres últimas ediciones del periclitante evento nacional, en esta ocasión intentaré una reflexión—también arbitraria e igualmente taxonómica—a partir de algunas constantes respecto a las perspectivas temáticas y/o teleológicas que animan las puestas en escena de una programación en principio diversa, por cuanto procede de territorios geográficos, climatológicos e ideológicos supuestamente plurales, y que, no obstante, admite coincidencias reveladoras.

Ello significa que esta vez no hay crítica al afán purista de quienes tienen a su cargo la insaculación de casi tres centenares de propuestas para configurar el programa de la muestra bajo especificas líneas protocolarias a las cuales interesa el origen del financiamiento de producción, en especial el que corresponde al porcentaje oficial invertido en ellas. En esta ocasión, también se soslaya la tradicional desproporción entre la participación mayoritaria del supuesto centro neurálgico del arte teatral (CDMX) y las esmirriadas dietas marginales que se asignan a los colectivos artísticos de los estados.

En el ánimo de cerrar por el momento esa última discusión, incluyo el pertinente comentario de Fito Arriaga: “La Muestra tendría que realizarse en el DF con la exclusiva participación de puestas en escena de los Estados”. Tal criterio les proporcionaría a los grupos “provincianos” o “del interior del país” la posibilidad de acceder de manera natural al público y a la crítica periodística de la Ciudad de México, audiencias de las cuales carecen, toda vez que la fuente especializada dejó de asistir a la MNT desde ya hace varios años, y en los estados ni siquiera existe y las escasas gacetillas se concretan a reseñar las actividades teatrales de índole local como si se tratara de simples eventos teatrales.

Dicho lo anterior—a despecho del soporte pecuniario utilizado en su producción y del asimétrico e inequitativo asunto del Centro versus la Periferia—, las constantes y las similitudes detectadas en los espectáculos que configuran la programación de la Muestra Nacional de Teatro realizada en San Luis Potosí 2016 revelan algunas tendencias temáticas, teleológicas y metodológicas: línea del coro; ley del talión; identidad y diversidad; monólogos de libertad y reconciliación; arte catecúmeno.

No obstante—según la advertencia entre guiones del párrafo inicial—, todo afán clasificatorio resulta artificial a medida que el criterio elegido se aplica al objeto de estudio y van surgiendo rasgos combinatorios y complementarios entre dos o más de los criterios restantes. Ello demuestra que en materia teatral las definiciones no resisten su puesta en práctica, puesto que por naturaleza el arte es combinatorio. En él caben todas las disciplinas del pensamiento creador y por ello mismo está sujeto a la libre interpretación de quien lo mira: creador, académico o espectador común.

Chorus Line

Uno de los elementos escénicos más frecuentados por las puestas en escena de la MNT fue la línea del coro, formación en la que coincidieron la mayoría de las obras programadas, sin importar su procedencia geográfica o la configuración de los equipos creativos involucrados. Esto es perfectamente explicable dada la descomposición y el enrarecimiento de la realidad actual tanto en la república mexicana, como en el resto del mundo; porque en esta ocasión participaron colaboraciones de México con España y con Colombia en la Muestra.

El recurso consiste en colocar en línea a los actores/los personajes para que cada uno, a manera de biodrama o testimonio autoficcional, exponga frente al público sus personales experiencias traumáticas. La técnica tiene el claro objetivo de enfatizar una suerte de denuncia o protesta social en razón de los casos de injusticia, corrupción, impunidad, inseguridad, violencia—todas ellas, y muchas más, características...